28.1.05

Suuuuuuuuuperheeeeerooooeeeeeeeeessssss

Qué más podría hacer yo para ser quien escriba la idea magistral. La frase que conmueva al mundo, que renueve las estructuras y consuele a las viudas de la revolución.
Quiero ser una de ellos. Quiero que seamos más. Quisiera que fuésemos todos los capaces.
Sólo me sale Mierda de la garganta. No puedo, y temo nunca poder, ser superhéroe.
Cuanto más miro a mi alrededor, más lejos me siento de los que llegan.
Esta noche intento otra vez descubrir el secreto. Sé que está en el aire y eso es lo peor. Porque no lo veo, porque no lo huelo. Porque se me va a escapar justo un segundo antes de que llegue. O tal vez diez mil años hace que se fue y yo todavía no descubro su escondite caduco.
Quien sepa, quien pueda, quien vea; debe hacer todo para que la información fluya.
Información es una palabra horrible, que suena fría y negociable. Vale mucho y pesa como nunca, pero yo prefiero decirle Sofía.

Todo o nada

Sé que pido demasiado todo el tiempo a todo el mundo.
Yo también a mí me pido todo.
Es la única forma de que pase algo.

25.1.05

Para qué sirve el pronóstico

Llueve, graniza, sale el sol.
Dicen que va a nevar, sale el sol.
Llueve otra vez; otra vez graniza. Una vez más, el sol.
No sé si a ustedes también les pasa. Así es el clima por aquí y así me siento yo también, a veces, a lo largo de un día. ¿Qué pasa en este mundo? Por qué nos resulta tan difícil alcanzar una cierta calma. Que las emociones no se nos disparen y reboten en nuestra mente y nuestro corazón, incluso en nuestro cuerpo, como si fueran pelotitas de goma.
Hay tantas cosas inestables, en cambio, en crisis, imprevisibles, insondables incluso… Cómo para sentirse tranquilo o tranquila.
Nuestra actualidad depende de tantas variables ajenas a nosotros mismos que nos impiden ser dueños de nosotros mismos. Incluso nos impiden regentear esas variables que sí dependen de nosotros porque están tan condicionadas las pobres…
Yo no pido más que un poquito de estabilidad. Que las cosas duren 5 minutos en donde decidimos ponerlas. Que la vida nos dé pequeñas treguas donde pisar firme y ¡por fin! avanzar.

21.1.05

A qué te suena

Los sonidos, todo suena, y como suenan las palabras que resuenan
en mi oído.
La palabra desbarata las baladas. Roncan, rugen, gritan, aman.

Pero no todo suena y sólo suena. Hay detrás de la cortina soniditos

más complejos. El valor de las palabras está en su albergue y detrás
de su sonido.

¿Cómo hablo yo? ¿Cómo hablás vos? Ni el Word me reconoce las

palabras. No soy yo. Pero en el fondo estoy. Mis sonidos son los tuyos,
mi relleno es sólo mío. Y aunque te suene simpático, a mí me suena
fatal.

No soy, no estoy, no vivo.
Yo.
Sueño, deseo, comprendo.
Yo.
Camino, sigo, siempre sigo.
Yo.
Me identifico, no me reconozco.
Yo.

17.1.05

Constituyendo la Constitución

El año que comencé a estudiar para periodista, el Gobierno argentino decidió reformar la Constitución nacional para facilitar la reelección al entonces presidente Carlos Saúl Menem. Era el año 1994. Estos diez años, como estudiante, como profesional y como ciudadana, nunca he utilizado este “documento esencial”. No la use nunca, ni siquiera para consultar los detalles de alguno de mis derechos u obligaciones. Me pregunto si es que no surgió la circunstancia; si su contenido no contempla a los ciudadanos, por más paradójico que parezca; o es que la Constitución tiene, en la práctica, tan poco valor que no vale la pena ni referirse a ella.
Hoy vivo en el viejo continente y me pregunto qué pasará con la nueva Constitución europea. ¿Estaremos informados como para decidir si esta nueva ley de leyes nos representa y dignifica como ciudadanos? Aún no sé si se trata de una de las decisiones más importantes de los últimos años o de otro acto político sin más objetivo que garantizar al poder a los poderosos. Al fin y al cabo, supongo, depende de nosotros.

14.1.05

Ciencia y tecnología; sí, buenísimo.

Sólo miro la televisión. El mismo día me entero de que unos tres se suicidan con bombas para matar a otros seis; y que encontraron un modo de detectar con más precocidad el Mal de Alzheimer, lo que permite aplicar un tratamiento que mejora y alarga la vida de los enfermos.
En otro canal, se debate el derecho a morir; y en otro, el de autogobernarse. Y eso que aún no he desviado la atención de la manipulística TV para enfrentarme a la todavía más cruda realidad.
¿En qué hemos avanzado? ¿Qué beneficios reales nos aportan la ciencia y la tecnología?
Claro, si pienso en mi hija y posibles desgracias combinadas, tengo dos caminos: quedarme callada venerando los inventos del ser humano o comunicar por fin que ciencia y tecnología son herramientas no más útiles que las piedras, el agua o el fuego y que todo sigue dependiendo de cómo, por qué, para qué, cuándo, dónde y quién las use. Es decir, sigue dependiendo de nosotros ¡No olvidemos la filosofía!
La búsqueda de la filosofía y el sentido de las cosas es lo que nos hará avanzar. ¿No les parece? Yo quisiera saber si hay alguien por ahí que piensa como yo o cree que sólo escribo pavadas.

Hoy hay sol

Hoy tenemos sol en Bilbao y yo en mi cabeza. No sé por qué, supongo que son olas que van y vienen.
Del otro lado del mundo, mi familia está en verano, de vacaciones, repartidos en distintos intentos de relajarse. ¿Tiene sentido estresarse todo el año para desestresarse 15 días y volver a empezar? Depende. ¿De qué? De por qué y para qué te estresas, ¿no es obvio? Qué bueno sería hacer cosas por lo que uno cree todo el año y dedicar al ocio todo el tiempo que sea necesario en el momento que sea necesario.
Hoy no tengo mucho más tiempo. Mi hija me espera en el cole; y el futuro, enseguida, ahí nomás.

13.1.05

Al aire

Cuando hacemos radio, los periodistas decimos que estamos al aire. Cuando andamos desnudos, los argentinos decimos que andamos con todo al aire. Cuando lanzo mi voz, mis sueños, mis ideas, siempre lo hago al aire. Y allí debemos ir a buscar las respuestas para todas nuestras preguntas, al aire. Están esperando ser encontradas, no se esconden, no se venden y no hace falta estar en el aire.
No puedo seguir escribiendo todo lo demás, ocurren demasiadas cosas cada día y todo se queda obsoleto enseguida, parecen diarios, de esos que terminan siempre en el lugar común de la verdulería.
Mi hija está aprendiendo a escribir. Sus deditos índices siguen letra a letra y su boquita desacostumbrada enumera los sonidos. Cuando por fin descubre la verdad oculta detrás de cada conjunto de símbolos, se ilumina su cara y sus ojos sonríen satisfechos con el éxito conseguido. Todavía le queda por descubrir lo que los adultos queremos decir detrás de lo que parecemos decir, pero para eso ya habrá tiempo. Las nanas para la cebolla hubieran tenido razón si no fuera porque, un buen día, aquellos que no crecen reciben un duro palazo en la cabeza de los que han crecido demasiado. Entonces, de a poco, hay que ir preparándolos. Las letras y las palabras son lo mejor que me ha pasado en la vida, luego de mi hija, pero en cuando descubrí que podían ser tan traicioneras como el resto de las herramientas que inventamos los humanos, se convirtieron en todo un desafío. Muchas veces miro para otro lado o escondo la cabeza debajo de la almohada o dentro de la televisión para no enfrentarlo, pero sé que está ahí, esperando a ser amarrado por las patas. ¿Mi objetivo? Escribir algo en lo que todos puedan identificar la misma esencia, aunque no entiendan todas las palabras. Será posible hablar a todos por igual, estén o no de acuerdo.
El mundo es tan complicado y tan simple a la vez… La verdad está ahí, en el aire. No puedo creer que cueste tanto verla. He decidido que la mayoría no quiere verla. ¿Por qué? Por egoísmo, orgullo, pereza. Yo no soy mejor que nadie, me equivoco la mayoría de las veces, lloro, me enojo y padezco tanto los errores ajenos como los propios. Pero no puedo hacerme la tonta y decir que no sé qué es lo que hace falta para mejorar el mundo. Y ustedes también lo saben: solidaridad, amor, respeto. Nada más. Nada más. ¡Nada más!
Solidaridad, amor, respeto. El mundo está patas arriba. No hacemos lo que hace falta. No creo que falte coraje. Pero sobra sentido común. Sabemos que no es fácil tener éxito yendo de a uno. Pero por eso nadie tampoco da el primer paso, porque no quiere ser “el boludo”.
Si supieran ustedes el nudo que me anuda la garganta cuando pienso en estas cosas y en lo distinto que podría ser todo. Yo estaría cerca de mi gente, rodeada de mis muchos hijos y disfrutando de mi trabajo, aunque no tenga que ver con mi vocación, porque sé que es realmente útil para todos. Cuánto marketing, comerciales, estrategias empresariales y diseños pegadores nos ahorraríamos. ¡Cuánto trabajo en vano dedicado sólo a enriquecer a los jefes! Si hace falta, lavo cloacas, curo heridas infeccionas y subo a la montaña todos los días. Pero no quiero golpear una sola tecla más para que los pobres sigan siendo pobres a costa de los cada vez más ricos. ¿Y ustedes?
¿Cuántos maremotos sin aviso debemos dejar pasar para que nos demos cuenta de que lo único importante son las personas? ¿Y qué pasó el 26? ¡Por qué no se hizo nada! Me da escalofríos pensar en los motivos por los que alguien supuso que era mejor dejar morir a 200 mil personas, muchos de ellos niños, en lugar de perder vaya uno a saber qué tan importante. ¿Burocracia, el propio culo, miedo, ambición? También hubo más de 5 millones de heridos.
La naturaleza no puede ni debe ser vencida, es la fuerza de la vida y de ella provenimos. Sí puede ser prevenida nuestra carencia de solidaridad, nuestra ausencia de humanidad.
Mi familia y yo parecemos Los increíbles. Nos enfrentamos a las adversidades, luchamos unidos, nos salvamos unos a otros alternativamente y cada día aprendemos a hacernos más fuertes, más ágiles, nos adaptamos. Cada uno tiene cierta habilidad que sólo cobra potencia cuando coordinamos con los demás. Esa es la única forma de salir adelante, unidos. Pero claro, no somos superhéroes. Así que invito a todo el mundo a vivir ¡al aire!