8.12.13

Leyendo: La grandeza o el día a día

Casi todos los productos informativos de este sábado abren las noticias del día anterior con la muerte de Nelson Mandela, un hombre que no necesita ser explicado sino comprendido. Comprendido en todos los sentidos de la palabra admitidos por la RAE (abrazado, incluído, entendido, alcanzado, empatizado) y posiblemente alguno más, que esta gente no suele ir a la vanguardia.
Algunos artículos contienen incluso interesantes reflexiones sobre la situación actual, y posiblemente la futura, en África.
Hay artículos que se atreven con las repercusiones mundiales del fallecimiento del expresidente y líder sudafricano. En estos casos, suele tratarse de una recopilación de las declaraciones sobre la triste noticiade realizadas por relevantes representantes de la política y la farándula. Poco, por no decir nada -me reservo el derecho de no ser infalible-, he visto sobre otro tipo de consecuencias o reverberaciones que pudiera tener la muerte de Mandela fuera del continente africano.

Las mismas figuras locales e internacionales que ensalsan a la persona y la trayectoria de aquel a quien llaman cariñosamente Madiba son, demasiadas veces, las  mismas que deciden cerrar las fronteras a cal y canto (o a vallas y cuchillas), asaltar países ajenos ricos en recursos naturales con la excusa de proteger a la población local o limitar los derechos de expresión de las personas homosexuales, musulmanas o simplemente discrepantes."Mandela está muy bien para África, aquí nos va otra cosa", podría ser el subtítulo de algunos sensibleros reportajes televisivos sobre la muerte de Madiba.
Hemos visto a la gente sudafricana negra danzando y cantando; hemos visto a la gente sudafricana blanca encendiendo velas y llorando. Hemos visto incluso a un sudafricano rubio consolando a una sudafricana de piel oscura. Veremos sin duda a estas importantes figuras políticas del mundo con gesto consternado en los funerales. Escucharemos incluso la fascinación en boca de comentaristas ante estos gestos...
Que no nos distraigan los gestos públicos de las acciones políticas. "Sí, sí, te felicito. Fuiste un gran hombre, pero yo sigo con lo mío, mi tesoroooo".
Esta mirada con perspectivas amplias no dura demasiado. En la mayoría de los periódicos después de las páginas de homenaje y qué-penas, vuelve lo cotidiano: que si Rajoy dijo, que si Rubalcaba se calló, que ¡qué barbaridad! Ambas cuestiones cohabitan separadas por un abismo sin puente en el mismo territorio de papel, ondas o fibra óptica. Y parece que no hubiera conexión posible, pero por esa quebrada desfilan los hilos invisibles pero no inexistentes que conectan lo alto y lo bajo, lo poderoso y lo débil, los dedos con las marionetas.
Las formas de expresión más burdas de la discriminación se limitan a controlar lo que consigue calar en el miedo popular. Mientras tanto, la estrategia recurre a otras otras formas más perversas y sutiles de separación y discriminación.

En un mundo dominado por el dinero, el racismo, el machismo, el clasismo y otros fanatismos siguen existiendo bajo la forma de marginación económica, definitivamente efectiva y de canónico guante blanco.

26.11.13

Leyendo: la maquinaria

Domingo por la mañana. Bajo a comprar el periódico. Decido comprar dos, uno nacional y uno local. También miro el buzón y saco una propaganda de una empresa de telefonía.

Lo primero que leo es una propaganda en la que se me ordena: "Siente el placer de estrenar móvil". Sí, usan el modo verbal imperativo, segunda persona del singular. El volante está a mi nombre. Se dirigen a mí, claramente. 

Pero no saben quién soy y cómo pienso. O sí, pero han decidido convencerme de que cambie.

¿El placer de estrenar móvil?

Tengo móvil y lo uso mucho, es verdad; y mi vida sería probablemente diferente (dudo si mejor o peor) sin él. Pero de ahí a sentir "placer"...

Cada vez qeu estreno aparato me estresa la necesidad de aprender un montón de mecanismos nuevos, nuevos razonamientos. Ahora no es apretar, es deslizar. Mi dedo pulgar es menos útil, pero porque cede espacio al índice que entra pisando fuerte. El paso al andorid fue duro.

Pero fundamentalmente mi falta el placer al estrenar móvil tiene que ver con otras cuestiones. La más seria, grave e importante es el hecho de que mi nuevo teléfono (tiene cuatro meses, es nuevo), y el que he descartado por inservible, están fabricados con coltan, como todos los demás. Ese coltan proviene de la República Democrática del Congo, del este de ese país, donde se encuentra el 80 por ciento de las reservas mundiales de este mineral; la zona donde hace década y media se desarrolaln cruentos enfrentameitnos por el control de dichas minas. Los grupos armados más y menos legales, figuritas de metegol dirigidas por las diestras manos de empresas y gobiernos itnernacionales , causan muerte, dolor y destrucción a toda la gente que vive allí.

¿Placer? ¿Cómo puede alguien sentir placer sabiendo eso? Pero es que además sé algunas cosas más. Sabemos algunas cosas más.

Sabemos que el móvil que acabo de descartar estaba programado para empezar a fallar en más o menos un año, se llama obsolescencia programada.

Sabemos también que cada nuevo móvil implica una nueva dependencia. Antes tenía el nombre de contrato de permanencia. Ahora esto se una menos, pero la esclavitud se resuelve con otras estrategias retorcidas, disfrazadas de derechos y libertades del tipo "conéctate donde quieras, envía fotos de todo lo que hagas a tus amigos y chatea todo el día sin parar o resígnate a la soledad porqeu eres antisocial". También hay sistemas de atención al cliente que no funcionan, contratos fraudulentos que no se reclaman y no se castigan, planes de precios all inclusive que ponen nuestras herramientas tecnológicas de comunicación en manos de esta gente. Por suerte, la comunicación familiar va por otro lado... ¿no?

Sigo: internet ya es una necesidad a todas horas, candy crush, fotos, redes sociales... todo nos va atando más y más. Todavía no sé cuáles son las ventajas. 

Que me disculpen, pero yo no puedo sentir placer cuando estreno móvil; sino más bien rabia, indignación y preocupación porque no tengo las herraminetas para conocer realmente los alcances de esta estrategia.

Por suerte, venía en el periódico local un artículo pequeñito pero interesante. la autora defiende la libertad de no tener móvil. "Tendré más tiempo para mí y seré un poco más libre", dice al final. Y yo creo que eso es lo importante: ser libres. Aunque muchas veces consumimos su significado.

Dentro del mismo periódico venía otro anuncio de telefónicas... en este caso la propuesta era directamente una fusión: "Seas como seas, hay un Fusión para tí". O sea que ya están intentando eso de meternos el móvil debajo de la piel. Esa teoría del microchip de las películas... Y supongo que a eso también lo llamarán libertad, exito en la vida o algo por el estilo.

La sugerencia venía ilustrada con niños y niñas con una apariencia muy entretenida. Supongo que eso es lo que desean de la población mundial.

¡Atención! Ahora es el momento de acusarme de paranoica conspirativa. Pero aún no he terminado.

Resulta que esta cosa de las telefónicas no es la única idea que han tenido para mantenernos, paradójicamente, calladitos y quietitas. Esta cosa de los móvil puede parecer muy aislada, pero no. Resulta qeu el futuro que nos espera ya está escrito (lo leí en el periódico) y es el siguiente:

Curioso... en este caso no utilizan la segunda del singular. ¿será que todoas las peronas tendremos eta posibilidad?
 En este caso sí. Esto será útil seguro para nuestros trabajos del futuro o algo así, y va con signos de exclamación...
 Ahá... ¿quiénes? ¿a quiénes? Sólo veo primera del plural.
 Este usa la tercera, es más génerica, suena a anzuelo.
Y volvemos a la segunda persona... para controlar, controlar y controlar.











Y hablando de controlar, éste me llegó al alma:













Pero si realmente quieren tener todo bajo control tendrán que abarcar todo el espectro. 
De 0 a 99 años, aunque el dicho ya se va quedando corto:









Y por las dudas, con instrucciones de compra, digo de uso:









Sí, quizás me estoy volviendo un poco perseguida. Pero no hago más que leer las noticias. ¿Y qué queda por controlar? ¡Ah, sí, el tiempo!

Bueno, a esta altura no les sorprenderá saber que tanto en el periódico nacional como el local, de líneas editoriales diferentes y empresas diferentes, publicaron el mismo día estos originales artículos de fin de año:













¿Se ve claro? El de arriba pone "ESPECIAL RELOJES" y el de abajo pone "Los relojes que marcan tendencia".

¿Qué queréis que os diga? Esto de "leer" es interesante... Y estamos hablando de un par de periódicos que puede que no lleguen a ser del todo conscientes. Imaginaos toda la maquinaria.

Este es mi ejercicio, pero hay mucha gente leyendo, escuchando, observando y sintiendo por ahí...

10.11.13

Me gusta que me escuches

Yo pienso muchas cosas. Todo el tiempo estoy pensando. A veces pienso más con la cabeza y a veces más con la tripas. Pienso con los ojos, los ovarios, los pies y las manos.
Y siento, intuyo, atisbo muchas cosas también. Con cada parte de mi cuerpo, incluyendo mi cerebro. Soy así. Y me gusta tener tantos sueños, ideas, pensamientos y sensaciones dando vueltas. Yo qué sé. Soy así.
Por ejemplo, muchas cosas siento y pienso del lugar en el que vivo. Y me pregunto, y me propongo... Incluso a veces las cuento.
En ese remolino, también me acuerdo, de golpe, que soy inmigrante. Porque es algo que sé, que está siempre ahí pero como por detrás. Es como cuando te das un golpe en el dedo meñique de la mano izquierda, o la derecha, la que menos uses. Te duele. Entonces vas buscando hacer las cosas sin usar ese dedo. Agarrás el vaso sin tocar con el meñique. Te secás con la toalla haciendo más fuerza con la mano derecha. Pasás con cuidado la manga del jersey para no rozar el dedo... y poquito a poco te vas olvidando de que lo estás haciendo. Y vivís con tu dedo meñique magullado sin darte cuenta de que te duele.
Pero de pronto, alguien habla de dedos meñiques, o te rascás la cabeza y te duele el dedo. Y te volvés a acordar. Y decís: “Ah, cierto que me había golpeado y me dolía”.
Algo parecido me pasa con lo de tener pasaporte extranjero. En otro lugar sería pasaporte, sin más. Acá, es extranjero.
Por ejemplo, a veces me pongo a hablar de los partidos políticos, habla de los mayoritarios y de los que sueñan. Habla de los que mandan y los que podrían tener la posibilidad de gobernar. Normalmente, conversamos sobre ello, no hablo sola. Y la otra persona también opina, reflexiona y comenta. Y de pronto me pregunta: ¿Y tú a quién has votado en las últimas elecciones? Y ahí, ¡bum! De golpe vuelve a mí la conciencia del pasaporte. Y tengo que responder: “No, yo no voto. No puedo votar, soy extranjera y sólo voto en las europeas y las municipales. Pero esas sí voto ¿eh?”. Es habitual que la otra persona se sorprenda, indague más y entonces ya no hablamos de la política de los partidos. Hablamos de la política de las personas, de la participación de derechos y, claro está, de inmigración. Y justo cuando debería ser más persona, soy inmigrante. En el buen sentido, ¿eh? Quiero decir, no me tratan mal. De hecho, es muy probable que la otra persona se indigne conmigo y nos unamos en la convicción de que hay mucho por hacer. Pero ya volvió a dolerme el meñique.
Otras veces, hablo por ejemplo de la ciudad donde vivo hace más de once años. Comento las ventajas y desventajas de vivir aquí, o los cambios en el paisaje urbano; recibo visitas a las que sirvo de guía como cualquier otra lugareña; oriento a alguien que quiere llegar a algún lugar... Y me siento una más o una menos, según el caso. Pero desde luego, parte de la ciudadanía. Pero de pronto, como un fogonazo de lucidez, cruza por mi cabeza otra ciudad, mi ciudad natal, el barrio en el que me crié, la casa donde nació mi hija, a 10.000 kilómetros de acá. Y recuerdo que no siempre fui de Bilbao. De hecho, fui de muchos sitios antes de ser de acá.
Cuando me pasan estas cosas me quedo bastante desconcertada y sin saber cómo sentirme. Por momentos, incluso puedo llegar a sentirme inhabilitada para opinar sobre algunas cuestiones. Y eso no está bien.
Pero más allá de localizaciones geográficas y sociales las personas hablamos de otras cosas. Por ejemplo. A mí me apasionan otros asuntos, como la comunicación, las relaciones de género y la paz. Y escribo y pienso y siento mucho sobre todo ello. Y me entusiasmo, opino, contesto...
Pero el otro día, de pronto, ¡zas! Me invadió una sensación extraña, como de no estar siendo transparente con la gente que leerá lo que escriba, como esa gente que te ofrece para firmar un contrato sabiendo que hay cuestiones que no han sido aclaradas y podrían perjudicarte.
Hace tiempo trabajo en el desarrollo de una idea que vincula estos tres temas: comunicación, género y paz. De momento, trabajo en ella por lo que todavía no puedo explicarla muy bien. Son cuestiones más bien universales, en el sentido de que afectan a todas las personas en el planeta, seamos o no conscientes de ello. Todas nos comunicamos. Todas nos relacionamos con otros géneros y con el nuestro propio. Todas necesitamos paz positiva para vivir bien. Y a mi me gusta reflexionar con todos los sentidos sobre cómo se relacionan esas tres realidades.
Y en eso estaba cuando me asaltó una incomodidad moral como de “Pero yo no avisé que soy inmigrante.¿ Y qué tengo que estar opinando yo de estas cosas y proponiendo ideas a la gente que nació acá y que lleva toda su vida acá si no soy de acá? ”. Me sentí desautorizada una vez más.
Volví corriendo a lo trabajado para releerlo y ver cómo podía hacer para ser sincera de verdad y descubrí dos cosas.
La primera fue que ya estaba en ese texto reflejada mi condición de inmigrante. Que es tan parte de mi que lo incluyo sin siquiera darme cuenta de que lo estoy haciendo. Incluso, aunque no lo dijera estaría allí, porque yo soy inmigrante. Pero además, está explicitado en ese trabajo. Esto más que un descubrimiento es un recordatorio, algo que siento necesario volver a aprender muchas veces.
La segunda cosa que descubrí fue que ese prejuicio, esa autodesautorización, era falsa. ¿Qué tiene que ver ser inmigrante con poder opinar? Ahora me río pensando en lo ridículo de mi incomodidad, de mi temor de no ser auténtica y veraz en mis opiniones si no advierto de mi condición de inmigrante. De hecho es tan ridículo que antes de escribir tendría que anunciar que soy inmigrante, pero también que soy mujer, que tengo 38 años, que soy madre, que soy periodista aunque no trabajo de ello, que vivo donde vivo y con quien vivo, que tengo trabajo, que no sé cocinar, que me gusta escuchar a Fito y Fitipaldis y a Fito Páez... vamos, un sinsentido.
Creo que realmente todas esas cosas y muchas más son condicionantes de quien soy, pero ¿por qué no me siento obligada a avisar de eso y sí me siento obligada a avisar que soy inmigrante?
Supongo que por la sensación de cómo serán recibidas mis palabras si digo “soy inmigrante”, que no es lo mismo que decir “no sé cocinar” o “soy periodista”. Quizás si dijera “soy mujer” también podría pasar algo parecido. Bueno, en general, tendemos a sacar conclusiones precipitadas de datos parciales y, lo que es peor, a tomar decisiones en base a esas conclusiones.
Pero como iba diciendo, esa sensación de una recepción diferente de mis palabras es, por supuesto, una construcción mía. Una construcción que yo hago en base a un montón de factores propios y ajenos; entre ellos, una inseguridad no resuelta y también las respuestas que ya he recibido en ocasiones anteriores al decir “Soy inmigrante”, o “Soy argentina”, o “Tengo pasaporte extranjero”.
Y sabiendo que no es lo mismo decir que no decir, lo primero que pienso es que no es obligatorio avisar. De hecho pienso que si no lo digo puede que consiga más atención para mis ideas, una atención que no se dispersará en el hecho de que como soy de otro sitio tengo otras ideas y que cómo hablo y todo eso. No, no es obligatorio avisar y puede que sea útil camuflar esa condición, pero sólo a corto plazo.
Porque pienso que es bueno que las personas nos vayamos acostumbrando a pensar y sentir que es bueno escuchar ideas diferentes de gente diferente con ganas de hacer cosas buenas, participar y opinar. Es importante que nos acostumbremos al ejercicio de incorporar la diversidad y mezclarnos. Y es bueno porque salen cosas nuevas.
Por eso, vuelvo a pensar, a sentir, a emocionarme, a creer y digo: “Soy una mujer inmigrante, tengo algo para decir y me gustaría que me escuches”.

6.11.13

Olor

La calle huele a sucio. Será el calor.
El viento arrastra la basura, la acumula en un rincón y se moja con la lluvia; allí se queda pudriéndose y juntando moscas.
La calle huele también a soledad, en la cara de la gente que toma el bus a la mañana vestida para ir a buscar trabajo.
Huele además a sucio, en las decisiones políticas que dejan a a las personas sin derechos y sin alegría.
A prepotencia huele, en las actitudes altaneras y violentas de las fuerzas del orden, ese orden preestablecido por el gobierno desde siempre y por la gente, casi nunca.
Despista y desilusiona el olor a desidia de la masa dominguera, que sale los siete días a zuritear y quejarse de lo mal que va todo. Y ya, sin más, qué se le va a hacer.
Un asco, el olor de las calles.
Y pensar que esta mugre se gestó cuándo todo olía a promesa, como el pan recién horneado. Se me hiela el corazón recordando.
La calle huele a sucio. Será el frío.

3.11.13

Todos para uno

“Eres muchos hombres. Todos están en ICON”. Este es el eslogan con el que se anuncia el lanzamiento de un producto “nuevo”, una revista masculina de un periódico nacional. La revista todavía no se ha estrenado, hay que esperar al próximo jueves, me carcome la ansiedad...
El anuncio de formato “rompepáginas”, incluido en el suplemento literario de los sábados atrae mi atención y me animo a pensar y escribir.
La imagen elegida para este anuncio es la de un hombre blanco, anglosajón, delgado en edad madura. Hombre recio y con personalidad propia. Es de clase acomodada, fino y elegante. Y muy serio. Porque los hombres hablan de cosas serias e importantes, ya se sabe. Mirada al infinito en plan épico. Ropa negra (serio, responsable, duro). Fondo difuso, sólo una luz difuminada para destacar los rasgos severos de la cara masculina.
¡Qué diferente a las revistas femeninas! Incluso las del mismo diario. Esas con portadas y páginas llenas de color y protagonizadas por “muñecas” jóvenes, guapas y sonrientes, sin personalidad propia.
El anuncio de ICON es en blanco y negro, el único color añadido es, por supuesto, el azul, para destacar la fecha del primer número de la revista y el hecho de que es “nueva”.
No hay más información. No se anticipa el contenido de la nueva revista. El único objetivo parece ser la identificación de los hombres. Habrá que esperar al próximo jueves que sale el “Nº1” gratis con el diario...
Le pregunto a mi hija de 14 años qué ve en ese anuncio. Lo primero que dice es que “es un anuncio de un perfume”. Supongo que esto se lo sugiere el aire conceptual del anuncio, que no ofrece nada concreto, sólo una sensación.
Dice que el hombre que aparece en la imagen tiene “pinta de violento, mirada de psicópata”. El hombre se cruje los nudillos como anticipando el golpe.
Le pido más observación y me habla de que el hombre tiene una “actitud de superioridad monetaria”, como diciendo “Soy más que tú”.
Creo que esta última frase es de gran acierto. No podría explicarse con más claridad. Estamos hablando de un ícono, un modelo, un objetivo a alcanzar: el éxito. El nombre elegido para este producto es ICON, ícono, representación, signo semejante al objeto representado.
Recapitulemos:
- Anuncio rompepáginas: imponiéndose, mandando sobre el diseño a toda la página.
- El hombre, el modelo, el canon del éxito, en el centro de la imagen, único, magnífico, destacado.
- Referencias constantes al número 1 en el texto. La I (1 en números romanos) del logotipo de la revista, contiene el nombre del periódico. Todas son referencias al macho alfa, el número 1 (el primero, el mejor).
Me atrevo a arriesgar que buena parte de las páginas estarán cubiertas de anuncios de coches, relojes, productos tecnológicos, y puede que moda masculina, productos cosméticos y perfumes para hombres.
El anuncio se completa con un auspicio de Alicante, puerto de salida de la vuelta al mundo a vela. El deporte, otro tópico.
Después de pensar estas tres o cuatro ideas fundamentales, esa supuesta diversidad anunciada en el eslogan, “Eres muchos hombres. Todos están en ICON”, empieza a tomar un nuevo cariz. La idea subyacente para mí es la siguiente: “Si realmente eres un hombre diferente, no te preocupes; ya nos encargaremos de traerte de nuevo al buen camino. Consume lo adecuado. Consume lo correcto y serás exitoso. Serás feliz. Y nosotros seremos ricos”.
Entonces, me dirijo al sitio web del periódico en busca de más pistas. En el artículo que anticipa la publicación, se confirman algunas previsiones.
Ahí nos informan que se trata de una publicación mensual de moda masculina. Podrá ser gratuita o de pago, según se quiera.
Allí se habla de “un hombre Icon”, con el que el equipo de la revista etiqueta a quienes considera merecedores. James Franco, portada del número 1, es un actor, sí, pero sobre todo es un hombre ambicioso, con inquietudes multidisciplinares “con las que comulga la cabecera”.
Este producto importado de Italia, se anuncia como una “empresa” que nace “de la falta de complejos, de una buena ración de épica y romanticismo, y de una idea: plasmar desde la óptica masculina ese concepto tan desdibujado al que llamamos estilo”. Icon definirá “estilo”.
El director, Lucas Arraut, asegura: “Renunciamos al estándar clásico de masculinidad, queremos abrazar las más diversas masculinidades”. ¿Están intentando ajustar el canon tradicional a los tiempos de crisis? ¿Y cual es la diferencia?
Arraut dice: “No nos incomoda el carácter prescriptor de las revistas de moda y tendencias, es más, nos gustaría ser una guía sensata al mundo del consumo, sin complejos, pero si algo se ha devaluado estos últimos cinco años es la idea del estatus asociado al despilfarro: esa idea tan de los años dosmil de revista para millonarios o para los que creen estar a un paso de convertirse en uno. No es solo por sensatez, nos parece más atractivo y contemporáneo reivindicar el consumo inteligente, la compra con cabeza”.
La primera imagen, no habla de cambios, sino de más-de-lo-mismo. Que baje un poco el precio, no cambia nada. Un nuevo intento de presentar como novedad, lo preestablecido, lo sabido, lo que debe ser.
En el artículo online, se anticipa una página de Club, la pequeña guía ilustrada de la elegancia masculina. El aspecto de esa página es el de una revista de los años 50. Allí se analiza el estilo de vestir de Pep Guardiola, al que califican en el mismo titular como “Prácticamente perfecto”. Un hombre, deportista, exitoso, millonario, en edad madura, guapo, vestido de traje, mirada al frente. Un auténtico “hombre Icon”.¿Novedoso? Poco, ¿verdad?.
En el artículo se hacen referencias al mercado de la moda masculina. Los hombres siempre hablan de economía. Pero el redactor jefe se atreve a acaparar todo el mercado: “Aunque esperamos que la revista atraiga también a las mujeres (…) Y no solo porque ellas puedan sentir curiosidad por lo que piensan o desean los hombres, sino, simplemente, porque ellas están sentadas en el asiento de al lado, y hoy nos turnamos el volante”. Coches con mujeres en el asiento de al lado...
En fin, que no he podido resistirme a este obvio análisis ni a la consiguiente advertencia de que no hay nada nuevo en esta novedad excepto, acaso, un nuevo intento de disfrazar el mensaje.

28.10.13

Margaritas en el monte

Ganas de irme al campo a plantar margaritas.
Me salen de los ovarios
las ganas de hacer cosas que no sirven para nada.
De esas que parece que no sirven para nada
pero en realidad sí.
Esta sociedad me cansa mucho.
Esta sociedad mundial.
Este universo ciego y apurado
que no sabe a dónde va,
pero va rapidísimo.
Cansada estoy ¡harta!
de escuchar la impunidad más bruta
en la boca del poder,
en los labios pintados con polvo de diamantes,
en las barbas afeitadas con platino.
Duele en lo más profundo de mi tuétano que el poder se reparta siempre entre esos dedos
y se escurra de todos los demás.
Me repatea la dejadez de esa cosa amorfa
que no sabe, tampoco, por dónde va;
que no intenta jamas identificar su silueta
si no es para defender su derecho
a tener más, más, más
y ser menos, menos, menos.


Y me entran unas ganas de subirme al monte,
con los pies y las manos.
Llegar jadeante a la cima,
mirar alrededor y hundir
las uñas en la tierra negra.
Sembrar las semillas una a una.
Cubrirlas un poquito
y sentarme a esperar hasta que broten.
¿Por qué tan poco tiempo para estas cosas?
¿Por qué tantos velos entre la realidad y yo?


Soy consciente de que puedo
permitirme estas indignaciones
gracias a algunas dignidades alcanzadas.
Pero siento, y por lo tanto sé,
que son perfectamente legítimas
por el nudo en mi garganta,
la sal en mis ojos,
los dientes apretados
y los dedos incontenibles.


La verdad me nubla la realidad.
Me ciegan las intuiciones.
Los principios me empujan al monte.
Qué ganas de plantar margaritas...

11.10.13

Desmedida

Estoy en una  fase de "así no". Esto significa: "No sé cómo. Pero sé que así, no".

Yo no sé si es que el mundo no está a mi medida o yo no soy a la medida del mundo. Me siento dispar, agotada, desmedidamente pequeña.

Voy a otro ritmo, mucho más lento, mucho más inocente, mucho más transparente.

¿Tan equivocada estoy por querer jugar limpio y esperar lo mismo del resto de la gente?

No quiero dobleces. Creo que nos distancian y crean costras duras como callos entre las personas.

No puedo hacer las cosas perfectas, contrarreloj y compitiendo con quien es igual a mí. No me interesa ser exitosa mientras el éxito siga midiéndose en réditos económicos. No quiero poder por poder. Quiero poder hacer cosas. No me interesa ser la mejor, y mucho menos ser el mejor. No me atrae ganarle a nadie.


Me gustaría que nos cuidemos y nos tratemos bien. ¿Soy muy infantil? ¿Es infantil eso de querer cuidar y ser cuidada? ¿O es de gente que quiere sentirse bien y hacer sentir bien? ¿Me engaño si me decanto por la segunda opción?

Mi lectura es, sencillamente, que vivimos en un mundo organizado hace mucho tiempo en beneficio de unos pocos y en perjuicio de la mayoría. Y que si para sostenerlo hay que pisar cabezas de mujeres, negros, indios, homosexuales, pobres y débiles, esos pocos están dispuestos a hacerlo. Leo también que somos muchas veces cómplices sin darnos cuenta, por no ponernos a mirar un poquito lo que hacemos.

Eso de pisotear incluye la felicidad y el placer que podría significar el hecho de vivir de otra manera.

Y por eso siento y pienso que este mundo no está pensado para mí. No soy de esos pocos. Me resisto a ser útil a ese juego. Y así me va.

30.9.13

¡Qué! ¡me!

¿Qué quiero hacer?
¿Cuál es mi plan?
¿Qué me espero a la vuelta de la esquina?
¿Con qué me sorprenderé cuando menos me lo espere?
¿Lo mejor estoy por venir?
¿Hoy puedo ser un gran día?
¿Mi táctica es mirarme y que un día,
no sé bien cómo ni sé con qué pretexto,
por fin me necesite?

Tengo ganas de mí.
Necesito-me.
Y cuanto más, menos.
Cuanto menos, más.
A la sombra de un laurel
me espero impaciente, incómoda e inconclusa.

12.9.13

Lago

Necesito un lago, un espejo de agua que me devuelva mi imagen. 
Para saber qué hago bien y qué hago mal. 
Para conocerme y reflexionar-me.

7.9.13

Embajadoras y embajadores a la fuerza

Imaginaos un mundo de embajadores y embajadoras a la fuerza. Es decir, un mundo en el que todas las personas naciéramos sabiendo que en algún momento de nuestra vida se nos dirá: “Ahora te vas a X lugar”; y al día siguiente, una semana como mucho, tendríamos que viajar a X.

Nada definitivo, sólo un tiempo de vivir en otro sitio trabajando para quien nos necesite allí.
Imaginaos que esos lugares X no fueran destinos paradisíacos sino zonas de catástrofes, muchas veces por causas humanas (tsunamis, terremotos, huracanes, malaria) o conflictos humanos (dictaduras, guerras, discriminaciones extremas de raza, género, religión, etcétera). Las personas que vivieran en esos lugares X también tendrían la obligación de viajar; pero a lugares Y, como unas vacaciones del infierno en un paraíso de plástico.

Para poder seguir el razonamiento, imaginaos esto como un sistema incorruptible y mágico, en el que hubiera alguien capaz de decidir qué lugares son X, X+ (siempre hay forma de poner un +) y cuáles son Y ó Y++, así como de evitar cualquier escapismo.

Cuanto mejor fuera nuestra situación, más viajes nos tocaría realizar, más peligro correríamos de contraer enfermedades, sufrir una muerte violenta o, simplemente, mucho dolor. O sea, que cuanto más poderosas fuésemos las personas, más tendríamos que arriesgarnos.

Desde luego, el poder ya no sería tan atractivo. Sería más bien algo obligatorio y rotativo.

Como dijimos, no habría forma de evitar esos viajes. Por lo cual, si viviéramos en ese mundo probablemente nos pondríamos a trabajar en la solución para esas catástrofes y conflictos humanos. Es decir, que buscaríamos la forma de reducir el riesgo. Esto seguramente reduciría en gran medida los “males” del mundo. Y mucha gente viviría mejor.

Seguramente también nos dedicaríamos a idear escudos, vacunas y sistemas de protección para reducir los riesgos de esos viajes, probablemente accesibles sólo para las personas de Y+ e Y++.

Sin embargo, estas “mejoras” estarían basadas en el miedo y nuestras almas seguirían plagadas de sentimientos negativos, con el miedo a la cabeza. Pero también con resentimiento, envidia, frustración y ansiedad. De este modo, el proceso retrocedería tanto como avanzaría. Nos sentiríamos egoístas. No seríamos solidarias con quien tenemos cerca porque “ya nos tocaría después nuestra cuota”, convirtiendo nuestro entorno en un lugar inhóspito. No tendríamos hijos e hijas por no dejarles, cuando nos tocara viajar, en manos de ese entorno poco hospitalario.

Pasaríamos el mayor tiempo posible de ocio, incluso cuando nos tocara gobernar, porque después tocaría pringar; “y entonces que de las cosas importantes se ocupe alguien más, que ya habrá”.

Esto haría también que no quisiéramos lo suficiente a nuestras familias y comunidades, que serían entendidas como obstáculos para el bienestar, multiplicando el efecto negativo por generaciones.

Para solucionar esto, podríamos pensar que ese sistema infalible nos obligara a tener descendencia, cuidar de las vecinas ancianas, crear guarderías sociales rotativas, plantar árboles, gastar poca agua, limpiar la acera, cerrar la puerta de la nevera, dejar los zapatos en su sitio... y así hasta el infinito.

De hecho, esa lista infinita de “cosas que hacer y no hacer” me recuerda demasiado al sistema legal que tenemos las personas en el mundo de hoy; ese sistema lleno de rendijas que siempre conseguimos burlar de un modo u otro todas (sí, todas) las personas. Porque hay cosas que no tienen sentido y porque está hecho para ser burlado. Pero además, da igual. Aunque fuera una ley inviolable, no funcionaría.

Es que la empatía no puede forzarse. Podemos pasarnos toda la vida rodeadas de gente que está en peores circunstancias que las nuestras. Podemos acorazarnos el alma e incluso entrenar los sentimientos más negativos posibles respecto de esas personas, como el odio y el desprecio (una vez más, el miedo).

La solución no puede venir impuesta por ninguna ley divina e ineludible. Por lo tanto, no hay nada ni nadie, divino o terrenal, a quien echarle la culpa.

La única opción sigue siendo hacerse cargo de la realidad. Asumir nuestra parte y darlo todo desde la más profunda convicción. Sin esa fe en las propias acciones, en las propias actitudes, no hay caridad que funcione, no hay gesto que valga, no hay cambio posible.

28.8.13

A la guerra...

Nos están llamando a la guerra. ¿Qué vamos a decir? 

¿Cuál de estos artículos te hace pensar que la paz es posible y está cerca?

Gara
TAMBORES DE GUERRA EN SIRIA «Siria está lista» para afrontar todos los escenarios que baraja Occidente

Deia
Posible intervención en Siria La ONU recoge pruebas del ataque químico

El País
Guerra civil en siria » Obama da los últimos pasos hacia una intervención militar en Siria

El Mundo
Revueltas en el mundo árabe Kerry: es 'innegable' que Asad ha usado armas químicas La Casa Blanca promete una 'respuesta' proporcional a la 'trasgresión' de Siria

Clarín
EE.UU. dice que Siria usó armas químicas y prepara un ataque

La Nación
Conflicto en Medio Oriente. Estados Unidos advierte que "está listo" para actuar en Siria

New York Times
Chemical Attack Evidence Lasts Years, Experts Say

BBC
'No doubt' Syria used chemical arms, says US Vice-President Joe Biden


Ninguno, ¿verdad? El mensaje es muy intenso y consistente. Estas son portadas de un sólo día, ayer...
Los medios de comunicación, una vez más, están al servicio del la élite que dirige el mundo. La mayoría, de forma voluntaria y consciente. Aunque algunos otros, sin pensarlo; simplemente repitiendo como loros el mensaje hegemónico de las agencias y los mainstream.
¿Podemos evitar esta guerra? Probablemente no. Mucha gente perderá sus casas, sus familias y sus propias vidas. La sensación de inevitabilidad es embargadora, pero no es real.
Sé que esta guerra no depende exclusivamente de mí (es que soy muy inteligente...); como sé que hay caminos para que no se produzcan estas atrocidades impúdicas.
El poder no debería darlo el dinero, sino la fuerza del bien común. Y eso sí depende de nosotros y nosotras.
Ppuede que evitemos la próxima guerra. Eso sí, hay que empezar ya a leer con mucha atención, a interpretar señales y mensajes, a buscar fuentes alternativas y, sobre todo, a pensar qué mundo queremos habitar.

Por suerte, hay gente que piensa y escribe distinto:

The guardian
Syria and the problem of 'responsibility to protect'

Página 12
Siria, bajo inspección y amenaza de ataque

Gara
Crisis siria «Solo falta que Obama tome la decisión» para la intervención militar de EEUU en Siria

26.8.13

La poesía de mi vida



¿Qué hacés ahí? ¿Qué esperás para salir?
Ah, que me esperabas a mí.
Bueno, dale, acá estoy.
¿Y?


¿Cuál es tu excusa ahora?
Claro, es muy fácil
echarle la culpa a todo lo demás.
Es muy fácil encontrar excusas.
Seguro que hay una buena explicación
para todo el tiempo que te pasás ahí adentro.
Ahí, sin salir.
Y yo, acá, deseando que te asomes.
Y vos, nada, mirándome impávida.


Mirá que no te voy a esperar siempre, ¿eh?
Mirá que quizás salís y ya no estoy.
Así que no sé, vos verás lo que hacés...


A mí no me digas, ¿viste?
¡Es que no se puede ser así, che!
“Pobrecita, pobrecita”...


Pobrecita, yo! Que estoy acá
como una pavota...


¿Pero sabés que te digo?
Si no querés salir, no salgas.
Si te querés quedar ahí adentro, quedate.
Si pensás desperdiciar tu vida, ahí, mirándome,
vos sabrás...
Pero yo no pienso arruinar mi vida por tu culpa.


Claro, a vos eso no te importa
porque no te importa nada ni nadie más que vos.
Pero bueno, tranquila, ¿eh?
Quedate ahí nomás
que yo no soy de las que se hace las tontas,
las que esquivan el bulto,
las que pone excusas para no asumir.
Y si hay que tomar decisiones, se toman.
Y si tengo que hacerme cargo, me hago cargo.


Ya me buscaré otra,
alguna a la altura de mi persona,
alguna que tenga ganas de verdad.
Aunque me lleve diez años encontrarla.


Mientras tanto, mirá, acá me tenés:
concentrada, atenta, impulsada hacia adelante.
Porque yo sí creo en esto, ¿sabés?
No como vos, que te hacés la que sí, pero no.


Un día, voy a escribir la poesía de mi vida
y ese día vendrás a derretirte a mis pies
pero no te miraré ni una letra,
ni una sola.



Te doy una última oportunidad.


:P

17.8.13

Revolución

¿Por qué se revela la gente? ¿Cuando tiene hambre? ¿Cuando no tiene libertad? ¿Qué libertad? ¿Qué causas valen la pena para asumir el riesgo? Creo que no todo el mundo es revolucionario. Hay gente que no se revelará nunca, quizás porque los límites de tolerancia que les llevarían a decidir la incomodidad de la revolución están más allá de lo humano. No sé, no tengo claro qué es lo que nos motiva. Lo que nos activa para cambiar las cosas. Sea como sea, creo que es muy importante el sentirse parte de algo grande, o bueno, o histórico. Pero eso no es necesariamente algo positivo. Muchas causas son tan masivas como peligrosas. Por eso, creo que el subidón del mogollón es bueno como impulso pero es inútil o incluso malo si no está acompañado de una reflexión y la coherencia personal de quienes integran ese movimiento. No sé, ahí lo dejo.

12.8.13

Responsabilidad y consumo

Banca ética, comercio justo, energía alternativa, grupos de consumo, consumo local, etc. Las iniciativas son muchas. Provienen de gente que intenta crear alternativas para que el consumo no acabe con las personas.
Muchas veces se define al consumo responsable por esas iniciativas, en foros de divulgación o reflexión.
Yo estuve dándole unas vueltas en la cabeza a la cuestión. Efectivametne entiendo que estas son alternativas que están a disposición de la gente que se plantea que el mercado tradicional atenta contra nuestra calidad de vida presente y futura.
Pero tmabién me parece que el consumo responsable es algo más que eso y empieza por la responsabilidad de las personas. Es decir, lo primero que tenemos que ser es gente responsable.
¿Qué significa para mí ser responsable? Significa no obedecer per se los cánones establecidos.
Tiene que ver con cuestiones más internas pero a la vez universales. Se trata de ver si lo que decidimos tiene consecuencias para nuestra propia persona, para las personas que nos rodea, para nuestras comunidades y para el mundo.
Se trata, como yo lo veo, de preguntarnos si esas consecuencis son buenas o malas e indagar todo lo que podamos para respondernos, porque muchas veces es difícil saberlo.
Pero todavía más allá, creo que la primera responsabilidad no es la de consumir. Antes que consumidoras somos personas y tendremos que plantearnos qué nos parece bien y qué nos parece mal, qué va delante de qué, qué es más importante, qué es urgente y qué va primero.
Después, ahora sí, comprometernos a evaluar nuestras decisiones con esa plantilla creada por cada persona adulta y ver si encajan o no, incluyendo las que tienen que ver con consumir en general y comprar en particular.
Después, alimentar aquellas decisiones que sí encajan, tratar de cambiar o evitar las que no encajan, y promover las que nos parece que están bien.
Estamos hablando de consumo responsable, de ser responsables y consumir. De que no sean otras ideas más que las nuestras las que nos ayuden a decidir qué, cómo y cuándo necesitamos consumir.  Creo que así podemos reducir el impacto de los mensajes interesados que nos incitan a la compulsión.
Esto es, claro, un ejercicio permanente, porque por suerte las personas podemos seguir mejorando y aprendiendo siempre. Por eso es bueno mantenerse la alerta para que esto siga creciendo dentro y fuera de nuestras conciencias.

Uñas negras, casa verde.

¡Qué gusto tener las uñas negras de hundir las manos en la tierra! Saber que eso es un paso más para que las plantas crezcan todavía más lindas.
Me siento agradecida de la oportunidad de ser ese eslabón; de que mi casa se llene de verdes, de pétalos, de costras de tierra negra y ese olor indefinido a planta.
Me gusta ver cómo se multiplican y crecen, cómodas en este espacio que es mi hogar y el suyo; esta casa verde que habitamos juntas.

6.8.13

Yo estoy de vuelta

Al llegar a casa no recuerdo ninguna contraseña; ni la del banco, ni la del ordenador... Buena señal, dicen, señal de que desconectaste.
Abro las maletas como esperando encontrar un tesoro oculto. Ya sé que son las mismas que cerré yo misma hace unas horas, que nadie me ha metido nada inconveniente ni fabuloso. ¡Pero me da ilusión! Se desvanece rápidamente a medida que saco ropa sucia, cosméticos y regalitos superfluos para gente querida. Espero no haberme olvidado de nadie. Debí comprar ese mate... le tendría que haber dejado ese pantalón a mi hermana...
Ropa a lavar. Muchas lavadas. Cada una arrasa con una parte de los olores y las briznas de todo lo pasó en los últimos días.
Miro mis plantas ¡Tienen brotes!
Ya limpiaré mañana, después de la ofi. A ver qué me encuentro allí...
Voy tomando normalidad. Llamo a la familia para avisar que llegué bien. Llamo a mis amigas para avisar que llegué. ¡Me saludan con cariño! Así da gusto.
¿Pongo la radio? No, mejor todavía no. Que las vacaciones duren un ratito más...

27.7.13

Lago

Necesito un lago, un espejo de agua que me devuelva mi imagen. Para saber qué hago bien y qué hago mal. Para conocerme y reflexionar-me.

25.7.13

Vejez

Hay gente que en lugar de arrugarse y envejecer se va convirtiendo en una máscara caricaturesca de lo que fue. Su cara va dejando de ser su cara para tomar una forma tensa, rígida y carente de más expresión que el propio miedo a la muerte cada vez más cercana. Otras personas en cambio parecieran amigarse con el cuerpo que las acompañó en tantas experiencias. Sus caras arrugadas y manchadas no reflejan miedo sino paz.

23.6.13

Paz

La paz es encontrar el camino. Saber que es ese, y no otro, el que deseas recorrer. La paz no dura mucho. A veces más, a veces menos; sólo hasta la próxima duda.

La paz en común no es fácil de lograr. Hay que encontrar un camino, un paso, un ritmo, comunes a todas.

Hay que hablar mucho y muy sinceramente. Hay que estar dispuestas, trabajar y comprometerse. Pero sobre todo, hay que soñar y creer que realmente puede ser.

En la noche de San Juan, noche de luna llena. Quemo romero; sale lo malo, entra lo bueno.

9.6.13

Composición. Tema: La vaca

Seguimos con las contradicciones...
La semana pasada, se descubría un documento en el que el Fondo Monetario Internacional (FMI) admitía que las medidas tomadas en Portugal o Grecia fueron excesivas y no tuvieron los resultados esperados. Es más, que tanta austeridad fue dañina, mucho más de lo que se esperaba. O sea, que se esperaban daños colaterales, pero no tantos ¿?... Y lo que es peor: que el rescate que Grecia recibió de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el propio FMI, benefició más a la Unión Europea (UE) que a Grecia.
La UE no admite dichos "errores" referidos por el FMI y defiende lo decidido y actuado. De todos modos, del FMI ya se conocen los éxitos obtenidos con su apoyo: Las famosas deudas externas latinoamericanas y africanas.
Tantas siglas en el medio pueden marear pero es importante leer con calma. Sobre todo quienes no somos, ni mucho menos, expertas en economía macro. Pero la cuestión es que hay, como poco, serias dudas de las medidas de ajuste, austeridad y recorte tomadas recientemente en Europa.
Pues resulta que la misma semana pasada (apenas dos días después), en España se estudiaba implantar medidas similares a las mencionadas, según lo recomendado por un comité de 12 especialistas creado a instancias del Gobierno central. Comentario al margen pero igualmente relevante: La única mujer que forma parte de la comisión es Mercedes Ayuso, profesora de Econometría y Estadística en la Universidad de Barcelona. La acompañan 11 hombres de distintos ámbitos académicos.
El comité, al que algunos medios incluso llaman "grupo de sabios" (vaya una a saber por qué) ,propuso una reforma de las pensiones que sería aplicada en el Estado aún con más dureza que lo que se hizo en Grecia y Portugal.
El grupo de expertos+experta adjuntó a la propuesta una lista de países que ya habían aplicado esta propuesta, supongo que a modo de estímulo engañoso: Suecia, Alemanaia, Grecia, Portugal e Italia. Lo que no pensaron es que eso era una trampa en sí misma.
En El País se dice que las fórmulas que se manejan ahora en España "pueden afectar negativamente no solo a las futuras pensiones, sino también a las actuales".
Evidentemente, yo no me comunico directamente con economistas de ese nivel tan elitista. Sé de ellas y ellos (más que nada ellos) a través de los medios de comunicación como la mayor parte de la gente.
Los medios de comunicación masiva nos van contando la noticias una detrás de otra envueltas en celofán como si se tratara de trozos de carne en la cinta transportadora de un frigorífico. Todas pertenecen a la misma vaca, pero nos las ofrecen diseccionadas, como si fueran cosas independientes.
Con la misma intensidad denuncian los errores (o apuestas) del pasado que ensalzan y justifican con entusiasmo las medidas futuras. Y podría pasar desapercibida la incongruencia si nos mantuvieramos como público pasivo receptivo no crítico.
Pero si nos tomamos el trabajo de unir las piezas, ¿qué nos sale? la vaca entera que están tratando de colarnos de a cachitos.

11.4.13

Y seguir.

La posibilidad de insistir es un don que nos mantiene vivas.
La posibilidad de rectificar es un don que nos permite disfrutar de la vida.

Sin calidad no hay periodismo



Lo dice ella, Natalie Nougayrède, la nueva directora de Le Monde: “Sin calidad no hay periodismo”. Hay publicaciones que hacen más daño que el silencio, digo yo. Sé que me estoy exponiendo en este momento a un alto riesgo de ser malinterpretada. Soy consciente de que mis palabras sonarán alarmantes en muchos oídos unidos a cerebros poco afinados. Pero es un riesgo que decido correr porque creo que hay una verdad no dicha, que así lo merece.
No hablo de censura, ni de que aquellas voces que siempre estuvieron calladas lo sigan estando. Todo lo contrario. Creo que por una vez, el silencio puede ser un espacio que se llene de verdades novedades, verdaderas noticias. Que lo que no tenemos por costumbre oír llegue a nuestros oídos. Puede que al principio suene a chirridos, pero la música está allí.
Para ello, hablo de callar a veces, cuando hace falta. Hablo de no hablar de más, sin pensar, sin medir las consecuencias. De no repetir, por repetir, que “ya llega el verano”, “ha vuelto a nevar”, “qué buenos somos y qué mal lo pasamos”, “y qué terriblemente malos son los otros por lo que se merecen lo que les caiga”.
Una vez más creo que a muchas personas nos sobran los minutos para ver nuestros nombres impresos cuando decidimos firmar ciertas obras; y en cambio nos falta las horas par medir qué pasará con eso que hacemos, para qué y por qué lo hacemos. A quién beneficiamos y a quién perjudicamos.
Hay consecuencias insospechables. Pero desde luego, hay algunas consecuencias muy evidentes -reproducidas una y mil veces a viva voz- que elegimos, con plena conciencia, ignorar. El arte de la propaganda es viejo y conocido. Una persona que  haga uso de un espacio mediático intoxicada por el pandemóniun hegemónico de los medios, es alguien que más, o igual, valdría vendiendo camisetas con logotipos a todo color.

10.3.13

¿Es tarde?

Hoy escuché en la radio que un escritor decía: “Empecé tarde, a los 30”. ¿Qué es tarde? ¿Cuál es el momento de decir “quiero escribir”, “quiero pintar”, “quiero estudiar ciencias, o “quiero aprender a bailar”? Probablemente tiene más posibilidades de ser bailarín de primera línea alguien que empiece a los 8 que alguien que empiece a los 40. Posiblemente se tenga más posibilidades de ganar dinero empezando con algo antes que después, pero ¿es el éxito social la medida de nuestra felicidad? ¿Lo es el dinero, tan valorado en la sociedad actual?
Si necesitamos ese reconocimiento para ser felices, puede que no hagamos casi nada, que no corramos riesgos y que nos limitemos a esas actividades que sabemos suelen gustar y podemos desarrollarlas sin inconvenientes. Los mandatos sociales de lo que es el éxito tienen mucho que ver con esto, con gustar, con ser felicitados y felicitadas por hacer lo que la mayoría cree que está bien.
Y ¿cómo podemos tener la seguridad de que estamos eligiendo libremente?
Ahora, yo me pregunto, ¿no es un poco injusto quedarse sin aprender a bailar, o a escribir o a caminar sólo porque no llegaremos a ser eminencias? ¿No nos merecemos la oportunidad de experimentar aquello que creemos que nos dará placer o nos da curiosidad?
Es momento de pensar qué es lo que más me satisface: lo que opine el resto o lo que opino yo.

5.2.13

Caprichito

Cuando era niña, incluso como estudiante en la facultad, sentía que transcurría al margen de la sociedaa que era, para mí, la gente adulta, con trabajo y una familia. Lo que yo quería era entrar en ese mundo.
Finalmente, a los 20 años más o menos me incrporé a esa vid alaboral y a los 24 ya tenía una pequeña familia de tres.
Estaba dentro, por fin. Sin embargo, seguí sintiendo que estaba al margen, que realmente no estaba en el meollo... ¿y cuál era ese meollo entonces? ¿las grandes editoriales? puede ser... ¿el gobierno? puede ser... y qué será después, ¿la ONU? puede ser...
Pero al tiempo de ser parte, comencé a conocer los trasfondos y entretelones y mis sentimientos fueron cambiando. De hecho, se hicieron contrarios a los anteriores. Lo que quería, y quiero, es salir; porque cada vez me convence más la sensación de que la vida no está allí dentro, sino aquí fuera.
De algún modo, mi cabeza, mi alma y, en ocasiones, mi cuerpo me mantienen fuera de ese sistema organizado y su cúpula.
Al salir, siento que empieza lo bueno, porque estoy entrando en mi vida.
Bueno, reconozco que hay momentos en que lo de fuera y lo de dentro confluyen en una única realidad.
¿Cómo son esos momentos de realidad compartida? ¿Cuáles son las características que permiten esa comunión?
La gente, la utilidad real, la conexión de la acción con alguna necesidad no creada por el consumismo, la libre expresión, la conexión con sentimientos, la sensación de estar haciendo algo bueno. Es decir, cuando la vida consigue colar algo de realidad en el sistema.
Esos momentos producen una sensación de plenitud que devuelve la energía. ¡Quiero más!

Porque además, creo firmemente que esos momentos nos hacen mejores personas y mejor mundo.
Voy pro la vida buscando esos momentos, generando circunstancias para que se produzcan aquí o allá.
Conectándome con gente que crea, siente y piensa cosas parecidas o complementarias; gente que suma y coopera por el bien común.
Se lo puede definir de muchas formas. Hay muchas teorías, definiciones, paradigmas, decálogos, guías... que nos tragamos, estudiamos y aprendemos de memoria. Pero todo lo importante está dicho ya hace mucho tiempo, sencillito.
Hoy leí a una filósofa afirmar que la ética no es aprenderse las reglas sino sentirlas y actuar según ellas.
Por eso digo que las leyes no sirven, porque no somos seres sin moral ni ética. Tenemos ética y moral, algunas más compatibles con esta idea y otras menos, pero cada cual la suya, más o menos conciente y elaborada.
La mía son tres o cuatro verdades que nunca hemos probado a aplicar del todo ¿y por qué no lo hemos probado? No lo sé. Pero no puede decirse que hayan fallado porque no se han probado. Lo que si sé es que pueden sentir sus efectos: paz interior, calma, energía, felicidad, seguridad, optimismo, generosidad, unidad, esperanza...
Conozco esto sentimientos y ¡quiero más!

27.1.13

Es ahora

Es hora de preguntarnos:
¿Queremos sumar o restar?
¿Queremos entendernos o discrepar?
¿Queremos construir? Qué palabra tremendamente hermosa: construir.
Quizás sea hora ya de dejar de querer ganar y tener razón. Tal vez haya llegado el momento de preguntarnos cómo podemos sumar.
Por cómo nos han ido las cosas hasta ahora, creo que ha llegado el momento de sentarse y hablar a calzón quitado, es decir, con total sinceridad y libertad, en completa indefensión.
Es el momento de decir lo que necesitamos y escuchar lo que necesita otra gente y ver cómo se puede hacer para que todas las personas salgamos con decisiones positivas que en lo más hondo de nuestro corazón sepamos que son buenas de verdad; porque no hacen daño a nadie sino que benefician a todo el mundo.
Una vez, hace tiempo, leí o escuché o alguien me contó algo que considero definitivamente cierto:
Alguien pensó alguna vez en cómo resolver eso de saber si una decisión es la correcta. La forma de hacerlo es responder a cuatro preguntas:
¿Es buena para mí?
¿Es buena para quienes me rodean?
¿Es buena para mi comunidad?
¿Es buena para el planeta?
Si todas las personas sentimos que es así, es una decisión correcta.
Y ahora, toca ir probando, la teoría en pequeña escala. Empecemos de a una, de a dos, de a tres personas. Juntándonos sin pudor a preguntar y responder. A soñar y construir. Construir es algo así, según su origen, como "amontonar junto". Amontonemos pues juntos nuestros sueños para hacer uno.

13.1.13

La última víspera

Greta Frankenfeld nació dos veces. La primera vez, el 19 marzo de 1975, su madre y padre se hicieron cargo de la situación, en Buenos Aires, Argentina.

Cobijada y acompañada, fue dibujando su propia forma humana: mujer, ser social, cuerpo, mente y alma.

Creció en Salta, Comodoro Rivadavia, Tierra del Fuego, Neuquén y la ciudad capital porteña. Durante los primeros años fue descubriendo el optimismo, la política, las posibilidades, los derechos, la sociedad, la justicia y la lucha.

Estudió arte y periodismo convencida de que la comunicación tiene mucho que ver con un futuro mejor. Mientras desarrollaba su profesión a tientas, como casi todo el mundo en busca de un destino, empezó a jugar con las palabras, sus formas y sentidos.

En 2002, Greta Frankenfeld cruzó el charco hacia Bilbao, Euskadi; y allí se instaló con su bagaje y sus esperanzas.

Cuerpo, alma, mente, mujer y ser social siguieron desarrollándose a medida que Greta Frankenfeld incorporaba conocimientos y experiencia en las áreas de comunicación para la paz y la transformación social, la perspectiva de género y el desarrollo en armonía con la Naturaleza. 

Y en Bilbao, en 2012, se produjo por fin el segundo nacimiento. Esta vez, el resultado es su entera responsabilidad y fruto de su esfuerzo, aunque no le faltan el cobijo y la compañía de mucha gente. 

La última víspera” es el primer relato-poesía-ficción publicado por Greta Frankenfeld. Una historia, y muchas historias, de amor y amores, de sensaciones y sentimientos compartidos y solitarios. De una espera que está a punto de acabar.

Y ahora, como siempre, después de nacer toca seguir creciendo.

Portada de La última víspera

Si querés más información sobre cómo obtener un ejemplar de La última víspera, escribime a gretafrankenfeld@yahoo.es.
Para muestra, un botón:

(...)

Ya verás 08.08.09

Te veré llegar con la cara limpia
caminando lento y tímido
te besaré la boca
te quitaré la ropa
botón a botón descubriré tu pecho
para besarlo
beso a beso
seré labios y manos
nada más
nada menos
seré una boca tamaño mujer
unas manos tamaño infinito
para tu piel tamaño justo lo que quiero
vendrá la luna
vendrán las estrellas
verás que bien se siente el anochecer
con toda la noche por delante
me quedaré en tus brazos
me enroscaré en tu alma
me gustará sentirte abrazadísimo
con tu voz y tu dragón
acariciando mi espalda
me faltarán pulmones
para suspirar el gozo de tenerte cerca
y es posible que llore y sonría a la vez.

(...)

9.1.13

Sobra comodidad, ambición e impunidad

Vamos por partes, como dijo Roger Rabbit, o alguien más, no sé... es igual.
Primera cuestión: el FMI ha sido la entidad encargada de dictar los destinos económicos del mundo durante décadas, con 10 años cada una de ellas. Es decir, muchos años.
Durante ese tiempo, se ocupó de recomendar lo macro y lo micro con bastante especificidad.
Entre otras cosas, el FMI fue el autor de las deudas externas que esclavizan a tantos países latinoamericanos aún hoy, sostenidas por la ignorancia o la ambición desmedida (o ambas) de sus gobiernos más o menos democráticos, según el caso.
Durante los últimos años de crisis del sistema capitalista, el FMI fue también quien recomendó que se aplicaran recortes, ajustes y reducciones a gobiernos como los de Grecia, España o Irlanda, cuyos representantes acataron agobiados por las deudas, las presiones de Europa, el respaldo popular de las urnas (aunque no de las calles) y sobre todo, creo yo, por miedo.
Traigo a colación lo de las calles porque me parece notable lo que ocurría en este ámbito, entre la gente común, mientras se tomaban estas cobardes decisiones.
Durante esos días, era suficiente sentarse en una manifestación, asamblea popular, un foro universitario o la mesa de un bar para escuchar un pronóstico sencillo, sin grandilocuencias ni diplomas de por medio, pero sin dudas acertado.
Dicha, y re-dicha, predicción indicaba que los recortes, lejos de solucionar la situación económica del país, la empeoraría, afectando gravemente las economías personales de su ciudadanía, aumentando el paro y el costo de vida, al tiempo que reduciendo posibilidades formales de ingresos.
Y así llegamos a la segunda cuestión:
Pues resulta que el equipo de grandes especialistas del Fondo Monetario Internacional decidió, tras concienzudos análisis, que se habían subestimado las consecuencias de esas medidas adoptadas por los gobiernos vigentes bajo su recomendación; y que ya se dieron cuenta, ya, de que podían aumentar el paro...
Lo siguiente que leo es que la UE dice que mejor ya vale de recortes y austeridad, con un mensaje refritado para que no se note tanto que repite el del FMI casi palabra por palabra.
La tercera cuestión es indudablemente preguntarse por qué les seguimos haciendo caso a estas personas del FMI, que se empeñan en comportarse como oráculos cuando el realidad les falta en sus opiniones corazón, cabeza y compromiso y les sobra comodidad, ambición e impunidad.