27.1.13

Es ahora

Es hora de preguntarnos:
¿Queremos sumar o restar?
¿Queremos entendernos o discrepar?
¿Queremos construir? Qué palabra tremendamente hermosa: construir.
Quizás sea hora ya de dejar de querer ganar y tener razón. Tal vez haya llegado el momento de preguntarnos cómo podemos sumar.
Por cómo nos han ido las cosas hasta ahora, creo que ha llegado el momento de sentarse y hablar a calzón quitado, es decir, con total sinceridad y libertad, en completa indefensión.
Es el momento de decir lo que necesitamos y escuchar lo que necesita otra gente y ver cómo se puede hacer para que todas las personas salgamos con decisiones positivas que en lo más hondo de nuestro corazón sepamos que son buenas de verdad; porque no hacen daño a nadie sino que benefician a todo el mundo.
Una vez, hace tiempo, leí o escuché o alguien me contó algo que considero definitivamente cierto:
Alguien pensó alguna vez en cómo resolver eso de saber si una decisión es la correcta. La forma de hacerlo es responder a cuatro preguntas:
¿Es buena para mí?
¿Es buena para quienes me rodean?
¿Es buena para mi comunidad?
¿Es buena para el planeta?
Si todas las personas sentimos que es así, es una decisión correcta.
Y ahora, toca ir probando, la teoría en pequeña escala. Empecemos de a una, de a dos, de a tres personas. Juntándonos sin pudor a preguntar y responder. A soñar y construir. Construir es algo así, según su origen, como "amontonar junto". Amontonemos pues juntos nuestros sueños para hacer uno.

13.1.13

La última víspera

Greta Frankenfeld nació dos veces. La primera vez, el 19 marzo de 1975, su madre y padre se hicieron cargo de la situación, en Buenos Aires, Argentina.

Cobijada y acompañada, fue dibujando su propia forma humana: mujer, ser social, cuerpo, mente y alma.

Creció en Salta, Comodoro Rivadavia, Tierra del Fuego, Neuquén y la ciudad capital porteña. Durante los primeros años fue descubriendo el optimismo, la política, las posibilidades, los derechos, la sociedad, la justicia y la lucha.

Estudió arte y periodismo convencida de que la comunicación tiene mucho que ver con un futuro mejor. Mientras desarrollaba su profesión a tientas, como casi todo el mundo en busca de un destino, empezó a jugar con las palabras, sus formas y sentidos.

En 2002, Greta Frankenfeld cruzó el charco hacia Bilbao, Euskadi; y allí se instaló con su bagaje y sus esperanzas.

Cuerpo, alma, mente, mujer y ser social siguieron desarrollándose a medida que Greta Frankenfeld incorporaba conocimientos y experiencia en las áreas de comunicación para la paz y la transformación social, la perspectiva de género y el desarrollo en armonía con la Naturaleza. 

Y en Bilbao, en 2012, se produjo por fin el segundo nacimiento. Esta vez, el resultado es su entera responsabilidad y fruto de su esfuerzo, aunque no le faltan el cobijo y la compañía de mucha gente. 

La última víspera” es el primer relato-poesía-ficción publicado por Greta Frankenfeld. Una historia, y muchas historias, de amor y amores, de sensaciones y sentimientos compartidos y solitarios. De una espera que está a punto de acabar.

Y ahora, como siempre, después de nacer toca seguir creciendo.

Portada de La última víspera

Si querés más información sobre cómo obtener un ejemplar de La última víspera, escribime a gretafrankenfeld@yahoo.es.
Para muestra, un botón:

(...)

Ya verás 08.08.09

Te veré llegar con la cara limpia
caminando lento y tímido
te besaré la boca
te quitaré la ropa
botón a botón descubriré tu pecho
para besarlo
beso a beso
seré labios y manos
nada más
nada menos
seré una boca tamaño mujer
unas manos tamaño infinito
para tu piel tamaño justo lo que quiero
vendrá la luna
vendrán las estrellas
verás que bien se siente el anochecer
con toda la noche por delante
me quedaré en tus brazos
me enroscaré en tu alma
me gustará sentirte abrazadísimo
con tu voz y tu dragón
acariciando mi espalda
me faltarán pulmones
para suspirar el gozo de tenerte cerca
y es posible que llore y sonría a la vez.

(...)

9.1.13

Sobra comodidad, ambición e impunidad

Vamos por partes, como dijo Roger Rabbit, o alguien más, no sé... es igual.
Primera cuestión: el FMI ha sido la entidad encargada de dictar los destinos económicos del mundo durante décadas, con 10 años cada una de ellas. Es decir, muchos años.
Durante ese tiempo, se ocupó de recomendar lo macro y lo micro con bastante especificidad.
Entre otras cosas, el FMI fue el autor de las deudas externas que esclavizan a tantos países latinoamericanos aún hoy, sostenidas por la ignorancia o la ambición desmedida (o ambas) de sus gobiernos más o menos democráticos, según el caso.
Durante los últimos años de crisis del sistema capitalista, el FMI fue también quien recomendó que se aplicaran recortes, ajustes y reducciones a gobiernos como los de Grecia, España o Irlanda, cuyos representantes acataron agobiados por las deudas, las presiones de Europa, el respaldo popular de las urnas (aunque no de las calles) y sobre todo, creo yo, por miedo.
Traigo a colación lo de las calles porque me parece notable lo que ocurría en este ámbito, entre la gente común, mientras se tomaban estas cobardes decisiones.
Durante esos días, era suficiente sentarse en una manifestación, asamblea popular, un foro universitario o la mesa de un bar para escuchar un pronóstico sencillo, sin grandilocuencias ni diplomas de por medio, pero sin dudas acertado.
Dicha, y re-dicha, predicción indicaba que los recortes, lejos de solucionar la situación económica del país, la empeoraría, afectando gravemente las economías personales de su ciudadanía, aumentando el paro y el costo de vida, al tiempo que reduciendo posibilidades formales de ingresos.
Y así llegamos a la segunda cuestión:
Pues resulta que el equipo de grandes especialistas del Fondo Monetario Internacional decidió, tras concienzudos análisis, que se habían subestimado las consecuencias de esas medidas adoptadas por los gobiernos vigentes bajo su recomendación; y que ya se dieron cuenta, ya, de que podían aumentar el paro...
Lo siguiente que leo es que la UE dice que mejor ya vale de recortes y austeridad, con un mensaje refritado para que no se note tanto que repite el del FMI casi palabra por palabra.
La tercera cuestión es indudablemente preguntarse por qué les seguimos haciendo caso a estas personas del FMI, que se empeñan en comportarse como oráculos cuando el realidad les falta en sus opiniones corazón, cabeza y compromiso y les sobra comodidad, ambición e impunidad.