28.7.16

Endiviosa

Envidia, ¡asúmolo!,
me provoca tu voz.
Envidia que pelo hoja a hoja,
aliño con aceite y sal
y mastico amargamente
hasta la náusea,
buscando la metamorfosis
de la mujer habitada,
escurrida en mi rincón
oscuro de arpa que se siente
injustamente abandonada.


Envidia siento y me siento
a esperar que se me pase
mientras me paso el día
y pasa la noche bocarriba.

Fruta madura

Poesía:
Palabras que llegan a hechos
con el tiempo,
cuando crecen y maduran.
Hay que comerlas justo
antes de que se pudran.


Dibuja una poesía,
con sus semillas y su piel.
Sácale los colores,
que le dé vergüenza salir;
si no, no vale la pena.

¿Qué prefieres?
¿Poesía de concurso
y exposición?
¿Poesía de viento fresco?

Un buen mordisco
y que chorree
el jugo por los labios,
la mano, el mentón;
que se quede enredada en los dientes
que atragante, dulzácida pegajosa.

Prefiero mi poesía antes de las comidas.
Me sienta mejor antes del pollo frito,
sin nata, ni azúcar, ni miel.
Sólo poesía, de verano o de invierno,
nunca poesía congelada
fuera de su temporada.

Que se pueda aplastar, rallar, morder
que manche y chorree,
que amontone en la tierra junto al árbol
piel, carozos y bichos,
sobre todo, moscas.
Que tenga la carne blanda y el gusto firme
que suene, que huela y tiente,
que me haga relamer y gruñir,
que se envuelva en mis babas transparentes,
que sea identificable al tacto,
reconocible en la ensalada,
causa de polémica, asco y seducción,
que contagie viruses y eczemas,
que provoque náuseas y urticarias,
que no cierre, que abra
puertas, balcones, ventanas, ojos, bocas,
manos, corazones, hígados, sabañones,
que confabule para ser
más poesía.

18.6.16

Poema en 2 capítulos


Y cuando la historia
y nuestras historias
que son nuestra vida en la vida
no sean barreras sino puertas,
y cuando el tiempo
y nuestros años
que son del tiempo nuestro tiempo
nos despejen las dudas
y nos despojen de ropas,
tengamos un amor cóncavo.

Abrázate a mí y duerme
que yo descanso en el aire
que sale de tu boca.
Y cuando me distraiga
viajaré a algún sueño
por el simple placer de despertarme
contigo a mi lado.

5.6.16

¿Debate? ¿Qué debate?

Ya está bien con esto de que pregunte quién gana un debate. 
Estamos hablando de un debate político, no de oratoria.
Yo creo que es razonable esperar que en un debate político lo importante sea la política, la ideología, las propuestas de gobierno. Y obviamente para quienes opinen como A ganará A, y para quienes opinen como B, ganará B.
Entonces, sabiendo que la respuesta depende de a quién se le pregunte. ¿Qué sentido tiene preguntarlo?
Por supuesto que en un debate hay oratoria, es obvio; pero ¿hasta qué punto es lo importante? En la historia ha habido, y en el presente hay, grandes casos de oratoria, muy convincentes, al servicio de ideas que me parecen terribles, terroríficas; y no por estar bien contadas me van a gustar más. ¿A usted sí?
Otra cosa es que estemos tomando como premisa de base que los debates no son reales; y que A y B están allí no para defender ideas políticas sino para convencer a la gente de que les vote a cualquier precio, incluso el de mentir y ocultar.
En ese caso, lo que pierde sentido es que se realice el debate. En ese caso se podría entonces discutir quién ha ganado y perdido o, incluso, quién hubiera merecido ganar o perder, como en un partido de fútbol o un concurso de habilidades. Pero entonces ya no estaríamos hablando de política sino distrayendo a la gente, a la que quiera distraerse, con un circo; mientras los problemas siguen atendiéndose en la trastienda.
¿Qué esperamos de los debates? ¿Qué exigimos a quienes debaten y a quienes los organizan? ¿Y a quienes los analizan en los medios de información? También hay algo de responsabilidad en ello que no estaría mal pensarse.