Alguien que conozco me pide: "Tú que eres de esas cosas, escribe algo sobre lo que está pasando". Y creo que lo entiendo, porque ¿qué está pasando?
Me lo he preguntado y lo he preguntado muchas veces. También me lo han preguntado. Vamos ahí las personas cerebrales como bola sin manija tratando de entender, porque entender es una parte fundamental de nuestras vidas.
Y la verdad es que por ahora la única respuesta posible por mi parte es que no lo sé. No tengo ni idea de qué está pasando. A veces recibo una información que me hace sentir que empiezo a vislumbrar algo de sentido, pero no. Conspiraciones para reducir la población, una guerra fría entre China y Estados Unidos, la naturaleza en rebelión, un experimento social, el fin del mundo... todas y ninguna se hacen posibles en mi razonamiento. Mis ideas se mueven locas por mi cabeza y echo de menos a la lógica como al aire fresco. No consigo centrarme y seguir un razonamiento. ¿Os pasa?
Entonces, entiendo que, por ahora por lo menos, mejor no decir nada al respecto. Sigo meditando, leyendo, escuchando, tratando de atar cabos...
Después de unos días en casa empiezo a recurrir a los viejos baúles y encuentro, cubierta del polvo de la vorágine, la convicción de que escribir me ayuda a pensar, arrumbada entre ejercicio y alimentación sana. Intento desempolvar las tres. Hago yoga, bailo, como fruta más que chuches, me siento y escribo.
Me centro en lo que más conozco, que no quiere decir que lo conozca bien, pero es lo que tengo: la comunicación. Me pongo a escribir de forma teórica y tratar de discernir y me enredo de tal forma que quedo atrapada en mi propia telaraña. Lo dejo. Si os contara los kilómetros de palabras que se han quedado ahí, por inútiles...
Mientras tanto, voy al super y a la farmacia, y no entiendo por qué mucha gente amarroca papel higiénico, vinagre, huevos, lejía, alcohol y termómetros. No entiendo para qué, pero compro un termómetro... Y se lo cuento a mi hija para tranquilizarla. ¿Para tranquilizarla?
Nadie sabe nada y todes creemos que hay alguien que sabe y no nos lo está diciendo. Achinamos los ojos, levantamos el cuello de la gabardina y caminamos sigiloses. Vemos señales, indicios, grietas... y seguimos sin saber.
Quiero poner palabras, o que alguien las ponga, a lo que siento y pienso. Leo, escucho, leo más, oigo sin escuchar, dejo de fondo... y sigo.
Me interceptan reflexiones propias y ajenas sobre gente que está viviendo este momento mucho peor que yo, en la calle, en hospitales, en prisiones, en el culo del mundo, en casa con su abusador o su maltratador. Empatizo con todas, me angustio por todas. Me asomo a la ventana, grito, aplaudo, enciendo luces... Comparto lo que puedo de lo que tengo, lo que mi miedo me permite, lo que mi bagaje cultural y mi realidad social me permiten, lo que mi egoísmo me permite. Me siento privilegiada. Pienso que hay algunes realmente privilegiades, mucho más que yo. Y sigo.
Tengo la sensación de que alguien o algo ha dado la patada al tablero que ha sacudido la Tierra y hemos salido despedides del planeta. Hemos aterrizado en, por ejemplo, Marte, y ahora estamos aprendiendo a vivir aquí. Y entonces pienso. Esto ya lo conozco. Hace más de 18 años salí de un continente a vivir a otro y perdí todos mis referentes. Sí, seguían estando allí, pero de otra forma. Tuve que reaprender a vivir. También os digo que, pasado el período de adaptación, llega la normalidad. Pero no es aquella normalidad, es una nueva, con su rutina, sus previsiones, sus constantes, sus diversidades e imprevistos. Una normalidad que incluye el antes y el después, el acá y el allá, quienes éramos y quienes somos. Una normalidad nueva para todes.
Pienso que es muy probable que nunca lleguemos a saber de dónde vino esta patada al tablero, si es que fue una patada o un gesto sutil. Pero, como tantas veces, habrá que juntar los cachos, ver qué sirve y qué no sirve, redescubrir, reconstruir, redefinir... Y desde ahora mismo seguir viviendo, porque este momento de stand by también es la vida, dure una quincena o quince años. Y pienso que nos va mucho mejor si cuando nos ponemos a vivir conseguimos cuidarnos y cuidar, si podemos ser libres y ayudar a que haya más libertad, si comprendemos que juntes podemos más y mejor.