Toda una realidad en tu mano, y de ahí a la mía en segundos al otro lado del mundo.
No estamos lejos, las personas; estamos desatentas. Nos alegra la excusa de los kilómetros, nos alivian las causas desconocidas y la "evidente" imposibilidad de actuar.
Nos hace falta tener ganas de creer, de crecer, de querer querer.
Pensé en algún momento que la conciencia era una frontera semipermeable, de una dirección; que de allí no se volvía. Hoy dudo porque veo realidades diferentes y temo un día perder yo también la brújula azul. Es una frontera elástica, creo, la conciencia; y puedo volver a cruzarla sin querer, marcha atrás, si me distraigo con temores y dudas. Si siento que no tiene sentido, que no hay nadie más, que somos demasiado pocos.
Quiero vivir en esta tierra, a este lado de la frontera.

Este dibujo no es mío, pero desconozco el nombre de su autor.