¿Por qué a veces las palabras llegan en bandadas y posan sus alas en mis oídos sin que siquiera tenga que fijarme en ellas? ¿Por qué, otras, el deseo de escribir es tan intenso como gritar pero no surgen a la superficie más que gorgoritos amorfos e insustanciales?
¿Por qué cuesta tan soberanamente tanto estarse quieta durante el tiempo de esperar a las bandadas?
¿Cuál es la fuente de ese deseo de hilar dibujos y sonidos para darles mi máximo sentido?
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