En un lugar llamado Amerika, los marcianos van de rebajas a Nueva York. Los rubios desayunan café negro vestidos con vaqueros, en cueros, y sonríen. Las chicas se enroscan en sábanas o visten las camisas de los rubios y también sonríen con los ojos entornados y los labios temblorosos.
En un lugar llamado Amerika, las guerras son por tu bien; los árabes, peligrosos; los judíos; buenos; los negros, fieles como los perros.
En un lugar llamado Amerika, las mujeres lloran a solas en la cocina, se secan las lágrimas y se asoman a la puerta del jardín de atrás agitando manoplas al grito de "¡iuju!". Los niños y las niñas que juegan en los columpios se acercan corriendo a comer galletas. Los hombres que preparan la barbacoa levantan la mano con el tenedor en un gesto de saludo. Las mujeres con manopla les tiran un besito, fruncen la nariz y sacuden los hombros antes de suspirar y volver a entrar en casa con la bandeja vacía.
En un lugar llamado Amerika, América no es un continente rico y fuerte, sabio, joven, independiente... Sino un país habitado por seres que sueñan que son libres.
En un lugar llamado Amerika, los jefes mandan más que nadie. Nadie se da cuenta pero no hace nada para impedirlo. Nadie sabe cómo hacerlo, pero teme asumir las riendas. El jefe le ha enseñado a temer todo lo diferente. Nadie prefiere seguir siendo nadie a enfrentarse a la idea de ser alguien diferente, aunque desconocido.
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