Hoy escuché en la radio que un
escritor decía: “Empecé tarde, a los 30”. ¿Qué es tarde?
¿Cuál es el momento de decir “quiero escribir”, “quiero
pintar”, “quiero estudiar ciencias, o “quiero aprender a
bailar”? Probablemente tiene más posibilidades de ser bailarín de
primera línea alguien que empiece a los 8 que alguien que empiece a
los 40. Posiblemente se tenga más posibilidades de ganar dinero
empezando con algo antes que después, pero ¿es el éxito social la
medida de nuestra felicidad? ¿Lo es el dinero, tan valorado en la
sociedad actual?
Si necesitamos ese reconocimiento para
ser felices, puede que no hagamos casi nada, que no corramos riesgos
y que nos limitemos a esas actividades que sabemos suelen gustar y
podemos desarrollarlas sin inconvenientes. Los mandatos sociales de
lo que es el éxito tienen mucho que ver con esto, con gustar, con
ser felicitados y felicitadas por hacer lo que la mayoría cree que
está bien.
Y ¿cómo podemos tener la seguridad de
que estamos eligiendo libremente?
Ahora, yo me pregunto, ¿no es un poco
injusto quedarse sin aprender a bailar, o a escribir o a caminar sólo
porque no llegaremos a ser eminencias? ¿No nos merecemos la
oportunidad de experimentar aquello que creemos que nos dará placer
o nos da curiosidad?
Es momento de pensar qué es lo que más
me satisface: lo que opine el resto o lo que opino yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario