Levanto mi cáliz
y brindo
por la resaca de la luna.
Por la fluida redondez
de su abrazo-cuna.
Por los momentos de luz,
de verdad madura.
Por la insistencia
de los círculos de fuego
brindo.
Y brindo
por la pesquisa feliz
y apasionante,
Por el hígado parlante,
por el cerebro mudo.
Por la falta de respuestas
y la ambición de preguntas.
Por la libertad del tiempo,
por la arena fría
y las faldas que giran
su danza animal
de plenilunio.
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