La calle huele a sucio. Será el calor.
El viento arrastra la basura, la acumula en un rincón y se moja con la lluvia; allí se queda pudriéndose y juntando moscas.
La calle huele también a soledad, en la cara de la gente que toma el bus a la mañana vestida para ir a buscar trabajo.
Huele además a sucio, en las decisiones políticas que dejan a a las personas sin derechos y sin alegría.
A prepotencia huele, en las actitudes altaneras y violentas de las fuerzas del
orden, ese orden preestablecido por el gobierno desde siempre y por la
gente, casi nunca.
Despista y desilusiona el olor a desidia de la masa
dominguera, que sale los siete días a zuritear y quejarse de lo mal que
va todo. Y ya, sin más, qué se le va a hacer.
Un asco, el olor de las calles.
Y pensar que esta mugre se gestó cuándo todo olía a promesa, como el pan recién horneado. Se me hiela el corazón recordando.
La calle huele a sucio. Será el frío.
2 comentarios:
Uff, cuánta razón en tus textos... He de decir que ha sido un descubrimiento y me gustan todos. Enhorabuena.
¡Muchas gracias!
Tus palabras me animan a seguir.
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