16.2.07

Triste




No hay nada que hacer cuando la tristeza manda. Puedes intentar engañarla con palabras, sonrisas forzadas, rezos, chocolate, fiesta, amores o un sueño muuuy profundo. Pero al final, resurgirá en la superficie dispuesta a exigir el espacio que le corresponde.
Dale su lugar, su tiempo, el silencio para escuchar su sonido. Déjala expandirse hasta que sus partículas se dispersen mezcladas con el aire de la ciudad. Cuéntale a todas las estrellas, a cada una de ellas, los motivos de su presencia. Déjate ocupar cada hueco del cuerpo y cada rincón del alma.
Cuando por fin sientas que has llegado a lo más profundo de la pena, cuando sientas que podrías estar loca, cuando estés a punto de estallar en mil pedazos, estarás comenzando el camino de regreso a la alegría.

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