8.6.08

Ellos

Soy musa, me dicen.

Soy igual pero distinta.

Soy única, soy increíble, soy un mito.

Soy un sueño hecho realidad.

Soy lo mejor.

Soy la única capaz de hacer reír.

Soy la que enseña a amar.

Soy la que quisiera ser si fuera mujer.

Soy entrañable.

Soy de las que no hay.

Soy un chollo emocional.

Soy la compañera ideal.

Pero quién está dispuesto a amarme,

A jugarse, a darlo todo, a arriesgarse,
a soñar conmigo y luego despertar a mi lado.

No hay caballeros para esta doncella antigua,
tan reclamada como abandonada,
tan codiciada como solitaria,
tan ensimismada
que ya no sé cómo salir.

Yo me mimo.

Yo me amo.

Yo me tengo.

Yo me doy.

Yo me soy.

Pero no quiero.

Quiero un sueño de causa común,
de esperanza y optimismo,
de realidad utópico-anárco-idealista.

No sos vos.

No es ninguno de vosotros.

Todavía está por venir.

Puede que me tome más parte de mi vida
creer que es posible, y verlo llegar por fin,
para empezar a compartir el recorrido.

Ni con ellos, ni sin ti.

1.6.08

Memoria de todo eso

Me parece que nos estamos olvidando de algo importante.
Eso de que los inmigrantes son inmigrantes es, por supuesto, una verdad grande como una casa. Ser inmigrante significa muchas cosas. Es un camino que empieza muchas veces por una desilusión, una incomodidad de cambio, una necesidad de removerse en el sillón, de levantarse hasta la heladera a buscar un vaso de jugo de naranja, un zapping. Suele seguir con dudas, arrepentimientos, temores, decepciones y mucha, mucha melancolía. Es imprescindible un duelo, un dejar atrás, un seguir hacia adelante. Significa encontrar una lucecita, un faro, una ilusión que revitalice la esperanza. Significa que todavía queda mucho por hacer y ganas de hacerlo.
Sin embargo, ninguna de estas postas en el recorrido, ninguna de ellas ni ninguna otra, descalifican una verdad enorme, imprescindible e inevitable: las personas inmigrantes son seres humanos.
Y yo tengo la sensación de que, de un tiempo a esta parte, falla la memoria de muchos administradores del mundo a la hora de "servir al pueblo" con sus gestiones. Eso de que todos somos iguales y tenemos los mismos derechos, estoy segura de que lo saben pero, se les quedó relegado en algún rincón de la memoria, quizás junto con los sueños de juventud, ilusiones de amor y deseos de construir un mundo mejor.
Por suerte, algunos recordamos, ¿no?