9.1.13

Sobra comodidad, ambición e impunidad

Vamos por partes, como dijo Roger Rabbit, o alguien más, no sé... es igual.
Primera cuestión: el FMI ha sido la entidad encargada de dictar los destinos económicos del mundo durante décadas, con 10 años cada una de ellas. Es decir, muchos años.
Durante ese tiempo, se ocupó de recomendar lo macro y lo micro con bastante especificidad.
Entre otras cosas, el FMI fue el autor de las deudas externas que esclavizan a tantos países latinoamericanos aún hoy, sostenidas por la ignorancia o la ambición desmedida (o ambas) de sus gobiernos más o menos democráticos, según el caso.
Durante los últimos años de crisis del sistema capitalista, el FMI fue también quien recomendó que se aplicaran recortes, ajustes y reducciones a gobiernos como los de Grecia, España o Irlanda, cuyos representantes acataron agobiados por las deudas, las presiones de Europa, el respaldo popular de las urnas (aunque no de las calles) y sobre todo, creo yo, por miedo.
Traigo a colación lo de las calles porque me parece notable lo que ocurría en este ámbito, entre la gente común, mientras se tomaban estas cobardes decisiones.
Durante esos días, era suficiente sentarse en una manifestación, asamblea popular, un foro universitario o la mesa de un bar para escuchar un pronóstico sencillo, sin grandilocuencias ni diplomas de por medio, pero sin dudas acertado.
Dicha, y re-dicha, predicción indicaba que los recortes, lejos de solucionar la situación económica del país, la empeoraría, afectando gravemente las economías personales de su ciudadanía, aumentando el paro y el costo de vida, al tiempo que reduciendo posibilidades formales de ingresos.
Y así llegamos a la segunda cuestión:
Pues resulta que el equipo de grandes especialistas del Fondo Monetario Internacional decidió, tras concienzudos análisis, que se habían subestimado las consecuencias de esas medidas adoptadas por los gobiernos vigentes bajo su recomendación; y que ya se dieron cuenta, ya, de que podían aumentar el paro...
Lo siguiente que leo es que la UE dice que mejor ya vale de recortes y austeridad, con un mensaje refritado para que no se note tanto que repite el del FMI casi palabra por palabra.
La tercera cuestión es indudablemente preguntarse por qué les seguimos haciendo caso a estas personas del FMI, que se empeñan en comportarse como oráculos cuando el realidad les falta en sus opiniones corazón, cabeza y compromiso y les sobra comodidad, ambición e impunidad.

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