3.1.14

Me gusta mi libertad

1
No me gusta la propaganda ni en contra ni a favor de nada. No me gusta que me quieran convencer. Me gusta que me informen, me hagan pensar, me faciliten preguntas, me asesoren... Pero no me gusta que me quieran vender algo, un producto, una idea, una realidad.

Desde hace demasiados años, además, la propaganda está en manos de las élites del poder. Sí, sí, me encantan las conspiraciones y todo lo que tú quieras; pero es mucho más real de lo que te imaginas y, por supuesto, mucho más real que lo que nos venden.

Hay más gente haciendo propaganda, no sólo la que manda. Tampoco me gusta. No me digan lo que tengo que hacer que ya soy mayorcita.

2

La propaganda es una herramienta que permite instalar una idea, una necesidad o, por qué no, un miedo, en el imaginario colectivo.

A través de ella, los grupos que tienen dinero (poder) suficiente como para mandar se encargan de dirigir el sentir generalizado.

¿Habéis visto alguna vez un espectáculo de monólogos? Seguramente conoceréis a algún cómico o a alguna cómica que habla de "las cosas que dicen las madres" o "excusas verdaderamente buenas para no ir a cenar con la suegra". Ya desde el título están marcadas por el imaginario social que nos coloca, por ejemplo, a las mujeres al frente de la crianza y despersonaliza cualquier aspecto de una mujer que ha parido más allá de ser MADRE.

Nos parece gracioso que todas decimos lo mismo. ¡Qué cosa! No pensamos ni por un momento en por qué decimos eso y no algo diferente. Es muy cómodo sentirse parte de la normalidad. Da mucha tranquilidad.

Pasemos a las revistas: "10 trucos para deshacerse de las líneas de expresión" (¿qué?). "Los 5 destinos más paradisíacos para el verano", ajá. "El ranking de los 8 videojuegos de este mes"... (no comment).
¿A quién le sobran las líneas de expresión, le falta verano y tiene mono de videojuegos?  A mucha gente. ¿Y por qué? Eso, "¿por qué?" es una pregunta muy adecuada.

Seguimos. Televisión, radio, prensa, conferencias, tertulias, debates, mesas de café, viajes en ascensor, libros, blogs, analistas: "Estamos mal, hace falta mano dura", "Nunca hemos estado mejor; claro, porque lo estamos haciendo muy bien", "Hemos recibido una pesada herencia", "Todo el mundo tiene que arrimar el hombro", "Ya falta menos, les pedimos un esfuercito más", "La gente se aprovecha de las ayudas y el paro", "Vienen a robarnos el trabajo", "La madre que trabaja no puede educar bien a sus hijos", "No les gusta trabajar", "Todo el mundo roba, yo no voy a ser el idiota que no lo haga", etcétera.

3
Bueno, todo eso, se llama propaganda. Todo eso está ahí con un objetivo claro: convencernos de algo. No lleva siempre el rótulo de "espacio publicitario", pero lo es.

Mi mamá me decía cuando yo era pequeña: "Los malos no tienen dientes enormes ni caras feas ni hacen buuuuuu. Hacen trampa, se esconden, se hacen los buenos". Así de fácil es entenderlo. Y así de difícil empieza a ser saber de quién fiarse.

¿Cómo diferenciamos la propaganda de información, consejo, reflexión o incluso opinión?
La clave está en el juego limpio, creo yo. Una buena idea es preguntarse:

- ¿quieren que sepa algo o quieren que no sepa algo?
- ¿Se entiende claramente lo que dicen o usan palabras difíciles para confundir?
- ¿Piden fe y no dicen pa' qué?


4
La recepción es un rol activo, requiere, tiempo, entrenamiento, atención, práctica y crítica (también autocrítica). Como cualquier actividad, produce un gasto de energía, pero también produce muchas más cosas. Y cuidado, porque la recepción pasiva quizás produce menos gasto de energía, pero también produce muchas más cosas; generalmente esclavitud.

5

¿Qué quiere sacar de todo esto? ¿Cuál es mi objetivo como receptora? La propaganda está ahí. De forma más o menos estratégica, consciente o irreflexiva retransmitimos el mensaje.

- Puedo hacerme la distraída, decir que sí a todo y dejarme llevar como un corcho en el mar. Bueno, hay tanta gente que lo hace... (convencida además muchas veces de que no lo está haciendo y es la
más lista del barrio). Esta gente no me cae muy bien. Creo que es bastante evidente.

- Puedo apagar, la tele, la radio y el ordenador. Puedo dejar de leer toda clase de periódicos, libros, folletos y demás. Puedo dejar de hablar y escuchar a la gente. Puedo dejar de relacionarnos con la comunidad y mudarme a una choza sola en la montaña. Es una opción, como casi todo. Pero no es mi opción.

- Puedo relacionarme con la comunidad. Puedo elegir con quién paso mi tiempo libre y con quién no lo paso. Puedo elegir qué leer, escuchar, mirar... y sobre todo puedo plantearme cómo y para qué leo, escucho y miro. Esto me gusta más.

Reconozco que resulta bastante agobiante cuando empiezo a ver todo lo que está condicionado por la propaganda y sobre todo me produce mucho disgusto descubrir mi propio condicionamiento.

Por eso digo que no me gusta la propaganda. ¡No me gusta que me controlen! La libertad es un valor que cada vez tiene más espacio en mi vida. También tuve que pasar por el proceso de descubrir qué significa para mí la libertad, porque el poder tiene sus pautas también para definir la libertad. Diría que especialmente para definir la libertad.

La propaganda me lleva a la acción a la hora de recibir el mensaje. Con todo lo que me gustaría estar haciendo con mi energía tengo que estar dedicándola a seleccionar, filtrar, esquivar, interpretar, desentrañar y descubrir mensajes. Pero es mi decisión ¿sabes? No me gusta la propaganda. No me gusta que me la cuelen. No me gusta que me controlen.

Me gusta mi libertad y ella me vale la energía invertida.


No hay comentarios.: