8.3.09

Otro, el primero

Lo leí hace unos 18 años, en el patio de mi colegio. Me emociona comprobar que ya era la mujer que soy, que sigo siendo, y que espero ser cada vez más.
Fue además, lo primero que leí de Gioconda Belli, una de mis influencias evidentes.

Yo hubiera querido inventar la magia
de hacerte crecer un ramo de begonias
en medio del pecho;
y hubiera querido, quisiera,
inventar un modo para que tus ojos sobre los míos
derramaran alas de ruiseñores
y un espeso, ensordecedor torrente de miel.
Hubiera querido, quisiera,
despertarte Adán frente a la única Eva posible del mundo
y quizás soñar que constante dibujas
la silueta de mi recuerdo sobre la arena.
Yo quisiera convencerte de que el horizonte
puede abrirse como un inmenso telón
desde donde asomarnos al borde de otro Universo
en que la intensidad de un girasol
puede encender los pétalos del día.
Quisiera que mi mágico sombrero
provocador de ilusiones y tiernos deseos
-irresponsables y atrevidos-
fuera como un plato común
donde los dos alimentáramos la sonrisa.
Quisiera transformar tantas cosas;
distancias mudas cerrándome las puertas
de cálidas horas interminables.
Y por querer lo que quiero
ando soñando dulcinea mujer
quijote sopladora de molinos de viento
sin redención para el amor,
amando sin brújulas,
ni instrumentos que detengan mi rumbo de pájara,
enamorada, del sonoro, dulce huracán de tu palabra.

Gioconda Belli

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No soy anónima, y me alegro que en tu pizarra-corcho-mediático, vuelvan a escribirse palabras suaves, luminosas, alegres...
Desde mi pantalla en Z17 a tu 3ºA.
Abrazos,
Stella

Greta Frankenfeld dijo...

Nunca mejor dicho...