26.8.13

La poesía de mi vida



¿Qué hacés ahí? ¿Qué esperás para salir?
Ah, que me esperabas a mí.
Bueno, dale, acá estoy.
¿Y?


¿Cuál es tu excusa ahora?
Claro, es muy fácil
echarle la culpa a todo lo demás.
Es muy fácil encontrar excusas.
Seguro que hay una buena explicación
para todo el tiempo que te pasás ahí adentro.
Ahí, sin salir.
Y yo, acá, deseando que te asomes.
Y vos, nada, mirándome impávida.


Mirá que no te voy a esperar siempre, ¿eh?
Mirá que quizás salís y ya no estoy.
Así que no sé, vos verás lo que hacés...


A mí no me digas, ¿viste?
¡Es que no se puede ser así, che!
“Pobrecita, pobrecita”...


Pobrecita, yo! Que estoy acá
como una pavota...


¿Pero sabés que te digo?
Si no querés salir, no salgas.
Si te querés quedar ahí adentro, quedate.
Si pensás desperdiciar tu vida, ahí, mirándome,
vos sabrás...
Pero yo no pienso arruinar mi vida por tu culpa.


Claro, a vos eso no te importa
porque no te importa nada ni nadie más que vos.
Pero bueno, tranquila, ¿eh?
Quedate ahí nomás
que yo no soy de las que se hace las tontas,
las que esquivan el bulto,
las que pone excusas para no asumir.
Y si hay que tomar decisiones, se toman.
Y si tengo que hacerme cargo, me hago cargo.


Ya me buscaré otra,
alguna a la altura de mi persona,
alguna que tenga ganas de verdad.
Aunque me lleve diez años encontrarla.


Mientras tanto, mirá, acá me tenés:
concentrada, atenta, impulsada hacia adelante.
Porque yo sí creo en esto, ¿sabés?
No como vos, que te hacés la que sí, pero no.


Un día, voy a escribir la poesía de mi vida
y ese día vendrás a derretirte a mis pies
pero no te miraré ni una letra,
ni una sola.



Te doy una última oportunidad.


:P

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