6.8.13

Yo estoy de vuelta

Al llegar a casa no recuerdo ninguna contraseña; ni la del banco, ni la del ordenador... Buena señal, dicen, señal de que desconectaste.
Abro las maletas como esperando encontrar un tesoro oculto. Ya sé que son las mismas que cerré yo misma hace unas horas, que nadie me ha metido nada inconveniente ni fabuloso. ¡Pero me da ilusión! Se desvanece rápidamente a medida que saco ropa sucia, cosméticos y regalitos superfluos para gente querida. Espero no haberme olvidado de nadie. Debí comprar ese mate... le tendría que haber dejado ese pantalón a mi hermana...
Ropa a lavar. Muchas lavadas. Cada una arrasa con una parte de los olores y las briznas de todo lo pasó en los últimos días.
Miro mis plantas ¡Tienen brotes!
Ya limpiaré mañana, después de la ofi. A ver qué me encuentro allí...
Voy tomando normalidad. Llamo a la familia para avisar que llegué bien. Llamo a mis amigas para avisar que llegué. ¡Me saludan con cariño! Así da gusto.
¿Pongo la radio? No, mejor todavía no. Que las vacaciones duren un ratito más...

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