14.5.14

Efecto photoshop



No hace falta ser feliz para ser feliz, basta con parecerlo. A pesar de lo que nos indica nuestra memoria, esto no es un consejo de autoayuda. Esto es la denuncia de una estrategia que intentan imponernos. Dejo la reflexión sobre los libros de autoayuda para otra vez y no descarto su vinculación con esta idea.
Decíamos: para ser feliz, basta con parecerlo. ¿Parecer felices? ¿Cuál es la imagen de la felicidad? También nos han explicado eso. Mujer feliz: blanca, rubia, de ojos claros, delgada, joven de gestos suaves y sensuales, sumisa y a la moda (cara).
Hombre feliz: blanco, entre joven y maduro, delgado, fuerte, rico, formal y sobre todo poderoso.
Lo perverso del asunto es que la mayoría de estas cosas no podemos elegirlas y otras cuestan muy caro en tiempo, energía, libertad y dinero, por lo que estamos condenadas y condenados a la infelicidad...
Podemos sacarnos todas las fotos que queramos y si nuestro reflejo no se parece a nuestro sueño (al sueño que nos han enseñado a soñar), no importa; para eso está el photoshop y todos los programas de edición. Nombro al photoshop porque ya ha dejado de ser una marca para convertirse en una ideología. Supongo que esto va un poco más allá de lo que pensaban quienes lo crearon (supongo, al menos al principio, ahora no sé). Editoras y editores del mundo han encontrado en este software una herramienta para modificar la realidad.
Lo que vemos a través de los medios de comunicación modifica nuestra percepción de la realidad, modifica lo que pensamos, conforma nuestro imaginario respecto del mundo en el que vivimos, incluso cuando lo que ofrecen los medios es irreal.
Para empezar, durante mucho tiempo ni siquiera supimos que lo que veíamos era falso. Un día empezó a correr la voz: Esa que vez no es Claudia Schiffer. Ese que aparece en la portada, no es Richard Gere. Esa construcción militar en Irak está realmente en China. Ese avión que aparece en la fotografía no estaba en Oklahoma. Esa modelo no es tan delgada. Ese que está ahí es el que aparecía en la revista de moda, aunque no lo parezca.
Se castigaban incluso las imágenes reales: la actriz que sale despeinada a hacer las compras, el empresario que muestra los michelines, la braguita, los pelos en la oreja...
Más tarde, empezamos a ver los procesos de transformación paso a paso, el antes y el después. Aprendimos incluso a realizarlos por nuestra cuenta todas las personas que no vivimos de eso y empezamos a sentir incomodidad ante nuestra propia imagen sin retocar.
Entre el estupor y la indignación escuchamos a alguna modelo quejarse de que su imagen ya no era la propia sino la de otra inexistente. "Ojalá yo fuera como ella", dijo una de sí misma en las fotos (no consigo encontrar la cita para ponerle nombre).
Incluso la palabra fotografía cambió de sentido. No sé si cambió su definición formal pero sí su connotación. Lo que antes era una prueba irrefutable es ahora un efecto, un impacto, un anzuelo, un modelo, un sueño a alcanzar. Es, en definitiva, lo que queremos que sea y, en el caso de las revistas de moda y sociales, lo que queremos ser.
¿Que no somos guapas? no importa. Las fotos están divinas. ¿Que no estamos cachas? No importa. La imagen es perfecta.
Los programas de edición de imagen están siendo utilizados para que nos concentremos en crear una realidad virtual en la que somos felices porque nos parecemos a lo que nos han dicho que debemos ser para ser felices.
Y lo que pasa al final es que nos perdemos. No estamos atentas, activas, presentes y concentrados en el mundo real donde somos imperfectas y esto no nos impide la felicidad real. Esto es lo que resulta más cómodo para quienes no quieren que estemos aquí, en el mundo real, reclamando, exigiendo, defendiendo, ocupando, disfrutando, creando, construyendo, opinando, decidiendo, cambiando.... ¿Sigo o son suficientes verbos revolucionarios?

2 comentarios:

deltrece dijo...

El mismo dilema habrá generado la televisión luego de un tiempo cuando "Informar, formar y entretener" era una frase caducada. Algunos nos agobiamos observando "la libertad de expresión" que se atribulan los foros o comentaristas en las webs. Me encantó razonar The Truman show, pero hoy detesto su implementación full time. Yo aprendí photoshop hace más de 20 años. Es un programa de diseño, yo trabajaba en publicidad y resultaba indispensable. Con él se acabo la vida plena del ilustrador, retocador o montador en pluma de originales. Fue una pena, era un verdadero artesano. Pero el programa era increible, y no era masivo. Un buen día, las PC pudieron tener compatibilidad para instalarlo. Siguió perteneciendo al mundo del diseño, es decir una herramienta de trabajo. Pero todo cambia, todo cambia. Ahora es un instrumento más a la mano de cualquiera. Y es una pena, me pregunto si valio la pena enterrar al ilustrador. Beso

Greta Frankenfeld dijo...

Todos son instrumentos y depende de cómo los usemos. Pero parece que estamos con bastante predisposición a utilizarlos mal...
Besos y gracias.