Escribo
para disolver
el domingo.
En mi aguarrás de palabras
el dulce sopor del augurio
se deshilacha
ácido y rojo.
El oxígeno por fin
permite respirar
a mis pulmones
prensados entre
vacuidad y presagio.
Ahora sí
el domingo empieza
a ser mi solución
de calma,
libertad
y posibilidades.
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