2.9.17

Fin del letargo

El invierno tarda demasiado
en percibir su sinsentido.
Ha sido más que largo,
aún no lo sabe.
Una grieta surge sin embargo
entre él y yo.

Se desperezan los dedos
las plantas de los pies
la nariz
las orejas…
voy saliendo del letargo.

Han pasado años
desde la última vez
que sentí las horas
los días
el sudor
inacabables
porque veía un horizonte.

Mientras se quiebra la escarcha
que recubre mis hombros,
la sangre vuelve a fluir
por arterias eternas
tan infinitas como la ilusión.

Hay tanto por hacer
y es tan terrible
pero había olvidado ya
la sensación de no arrastrar grilletes
y ya por eso es menos doloroso
caminar
hacer
sumar
compartir.

Y sentirme parte de eso
que algunas llaman magia.

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