13.1.05

Al aire

Cuando hacemos radio, los periodistas decimos que estamos al aire. Cuando andamos desnudos, los argentinos decimos que andamos con todo al aire. Cuando lanzo mi voz, mis sueños, mis ideas, siempre lo hago al aire. Y allí debemos ir a buscar las respuestas para todas nuestras preguntas, al aire. Están esperando ser encontradas, no se esconden, no se venden y no hace falta estar en el aire.
No puedo seguir escribiendo todo lo demás, ocurren demasiadas cosas cada día y todo se queda obsoleto enseguida, parecen diarios, de esos que terminan siempre en el lugar común de la verdulería.
Mi hija está aprendiendo a escribir. Sus deditos índices siguen letra a letra y su boquita desacostumbrada enumera los sonidos. Cuando por fin descubre la verdad oculta detrás de cada conjunto de símbolos, se ilumina su cara y sus ojos sonríen satisfechos con el éxito conseguido. Todavía le queda por descubrir lo que los adultos queremos decir detrás de lo que parecemos decir, pero para eso ya habrá tiempo. Las nanas para la cebolla hubieran tenido razón si no fuera porque, un buen día, aquellos que no crecen reciben un duro palazo en la cabeza de los que han crecido demasiado. Entonces, de a poco, hay que ir preparándolos. Las letras y las palabras son lo mejor que me ha pasado en la vida, luego de mi hija, pero en cuando descubrí que podían ser tan traicioneras como el resto de las herramientas que inventamos los humanos, se convirtieron en todo un desafío. Muchas veces miro para otro lado o escondo la cabeza debajo de la almohada o dentro de la televisión para no enfrentarlo, pero sé que está ahí, esperando a ser amarrado por las patas. ¿Mi objetivo? Escribir algo en lo que todos puedan identificar la misma esencia, aunque no entiendan todas las palabras. Será posible hablar a todos por igual, estén o no de acuerdo.
El mundo es tan complicado y tan simple a la vez… La verdad está ahí, en el aire. No puedo creer que cueste tanto verla. He decidido que la mayoría no quiere verla. ¿Por qué? Por egoísmo, orgullo, pereza. Yo no soy mejor que nadie, me equivoco la mayoría de las veces, lloro, me enojo y padezco tanto los errores ajenos como los propios. Pero no puedo hacerme la tonta y decir que no sé qué es lo que hace falta para mejorar el mundo. Y ustedes también lo saben: solidaridad, amor, respeto. Nada más. Nada más. ¡Nada más!
Solidaridad, amor, respeto. El mundo está patas arriba. No hacemos lo que hace falta. No creo que falte coraje. Pero sobra sentido común. Sabemos que no es fácil tener éxito yendo de a uno. Pero por eso nadie tampoco da el primer paso, porque no quiere ser “el boludo”.
Si supieran ustedes el nudo que me anuda la garganta cuando pienso en estas cosas y en lo distinto que podría ser todo. Yo estaría cerca de mi gente, rodeada de mis muchos hijos y disfrutando de mi trabajo, aunque no tenga que ver con mi vocación, porque sé que es realmente útil para todos. Cuánto marketing, comerciales, estrategias empresariales y diseños pegadores nos ahorraríamos. ¡Cuánto trabajo en vano dedicado sólo a enriquecer a los jefes! Si hace falta, lavo cloacas, curo heridas infeccionas y subo a la montaña todos los días. Pero no quiero golpear una sola tecla más para que los pobres sigan siendo pobres a costa de los cada vez más ricos. ¿Y ustedes?
¿Cuántos maremotos sin aviso debemos dejar pasar para que nos demos cuenta de que lo único importante son las personas? ¿Y qué pasó el 26? ¡Por qué no se hizo nada! Me da escalofríos pensar en los motivos por los que alguien supuso que era mejor dejar morir a 200 mil personas, muchos de ellos niños, en lugar de perder vaya uno a saber qué tan importante. ¿Burocracia, el propio culo, miedo, ambición? También hubo más de 5 millones de heridos.
La naturaleza no puede ni debe ser vencida, es la fuerza de la vida y de ella provenimos. Sí puede ser prevenida nuestra carencia de solidaridad, nuestra ausencia de humanidad.
Mi familia y yo parecemos Los increíbles. Nos enfrentamos a las adversidades, luchamos unidos, nos salvamos unos a otros alternativamente y cada día aprendemos a hacernos más fuertes, más ágiles, nos adaptamos. Cada uno tiene cierta habilidad que sólo cobra potencia cuando coordinamos con los demás. Esa es la única forma de salir adelante, unidos. Pero claro, no somos superhéroes. Así que invito a todo el mundo a vivir ¡al aire!

No hay comentarios.: